Desde el 26 de mayo, las casi siempre complicadas relaciones entre China y Vietnam han vivido un nuevo episodio de tensión. Desde entonces, y hasta hace tan sólo unos días, todas las semanas ha habido manifestaciones frente a la embajada de China en Hanoi. Allí, cientos de jóvenes se han reunido para protestar por las pretensiones de Pekín en el Mar del Sur de China, un conflicto en torno a la riqueza de las aguas alrededor de las islas Spratley, cuya soberanía se disputan Brunei, Filipinas, Malasia, Indonesia, China, Taiwán y Vietnam.
La pasada semana, el prestigioso semanal Nanfang Zhoumo (南方周末, Southern Weekend) publicó varios reportajes abordando en profundidad el cada vez mayor recelo que los vietnamitas sienten por su vecino del norte. Este medio chino resumió esa sensación con un titular muy llamativo: “Vietnam: tan lejos del paraíso, tan cerca de China”. Según la explicación de este semanal, esta expresión se ha hecho popular en Vietnam y tiene un doble sentido. Por un lado, Pekín es “el obstáculo de Vietnam hacia el paraíso”; por otro, “China es en sí misma el paraíso”. Esta expresión recuerda sin duda a la frase que se suele utilizar para explicar la “mala suerte” de México: “Tan lejos de Dios, tan cerca de Estados Unidos”.
Según cuenta el Nanfang Zhoumo, la inmensa mayoría de manifestantes eran jóvenes urbanitas de clase media. Muchos cantaron consignas denunciando “la amenaza del norte” y con pancartas como “China está violando la soberanía de Vietnam”. Es curioso como, en cierto sentido, estas expresiones nacionalistas se parecen mucho a las que se han vivido en China en los últimos años, protagonizadas sobre todo por los “jóvenes enfadados” (怒青) contra países como Japón, Estados Unidos o Francia.
Además de las manifestaciones, en Internet muchos jóvenes intentaron organizar un boicot contra los productos chinos, lo que provocó que a los pocos días la mayoría de comercios de Hanoi colocaran carteles de “made in Vietnam”. Según publicaron algunos medios vietnamitas, a las dos semanas de las primeras manifestaciones la venta de productos chinos había disminuido de forma considerable (un 30% en el sector de la fruta, por ejemplo).
Dependencia económica
Sin embargo, ya es demasiado tarde para un boicot de estas características. Como declaró al semanal Chen Guangyong, un comerciante de Hanoi, “boicotear realmente los productos chinos es imposible”.El Nanfang Zhoumo lo explica de la siguiente forma:
En el Vietnam actual, alguien que quisiera totalmente boicotear los productos chinos lo tendría muy complicado, ya que no podría utilizar el horno, el teléfono móvil, la ducha o muchas otras cosas. Si quiere conducir una moto, el petróleo de su depósito llevará gasolina de China; si quiere utilizar el ordenador, se dará cuenta de que hasta la batería se ha comprado en China. Si se enfada y quiere ponerse en contacto con un amigo por teléfono para desahogarse, sin darse cuenta estará disfrutando de una torre telefónica construida por China. Si quiere hacer un boicot total, esta persona no podría incluso abrir la boca para quejarse – el 70% de las palabras del vietnamita actual vienen del chino.
Si en Europa, Estados Unidos o América Latina el ciudadano de a pie ha sentido el ascenso del gigante asiático y ha vivido en primera persona el fenómeno del “made in China”, en Vietnam el caso es todavía más evidente. En el año 2010, los intercambios comerciales entre Pekín y Hanoi alcanzaron los 27.000 millones de dólares, una cifra 716 veces superior a la de 1990. China y Vietnam comparten una frontera de 1.347 kilómetros de largo. A través de las 12 aduanas situadas en la frontera, los productos chinos entran directamente al países asiático. Como explicaba al Nanfang Zhoumo uno de los trabajadores en estas zonas aduaneras, “los chinos producen todo lo que necesitamos”.
En el aspecto económico, Vietnam se siente muy pequeño frente al gigante asiático. A pesar de que el Producto Interior Bruto (PIB) de Vietnam ha crecido a un ritmo espectacular en las últimas décadas, éste sigue siendo menor que la ciudad china de Shenzhen. Por su parte, para Pekín el comercio con su vecino del sur tan sólo supone el 0,4% de sus intercambios en el extranjero. O, en otras palabras, Vietnam necesita y depende de China, mientras que Pekín no tendría ningún problema en vivir sin Hanoi.
Además, Vietnam ha sido históricamente el país que ha reclamado de forma más activa las aguas en torno a las islas Spratley. Desde que en 1975 ocupara la primera de las islas, ha colocado la bandera de Vietnam en 29 de ellas. Según el Nanfang Zhoumo, los recursos que consigue extraer de ellas suponen el 30% de su Producto Interior Bruto.
Problemas históricos y culturales
Además de la penetración económica china, la relación con Vietnam tiene una larga historia de encuentros y desencuentros que contribuye a aumentar los recelos. Desde la dinastía Qin (221-207 antes de nuestra era) y durante más de 1.000 años, la región del actual Vietnam fue una parte del imperio chino. Durante todos estos siglos, importantes elementos culturales como el Festival de Primavera, el calendario lunar, la medicina china, el Confucianismo o los exámenes imperiales pasaron a formar parte de la vida diaria de los vietnamitas. De hecho, uno de los artículos publicados por el Nanfang Zhoumo la semana pasada se titulaba “Vietnam se parece mucho a China”.
Sin embargo, la reciente historia de Vietnam está repleta de episodios de lucha contra invasores extranjeros. A mediados del siglo XIX, el país fue colonizado por Francia; con la Segunda Guerra Mundial, fue Japón quien se hizo con el control del país; después, la Guerra Fría le situó en el tablero internacional y le metió en la guerra contra Estados Unidos que duró 20 años. Esta lucha por la independencia se ha convertido en una parte importante de la identidad vietnamita y, de alguna forma, China ha seguido siendo siempre una amenaza, como lo demostró la breve pero muy reciente guerra de 1979.
Junto con la economía, China ha entrado también en Vietnam a través de su cultura. El idioma chino se ha convertido ya en la segunda lengua extranjera por detrás del inglés y sigue avanzando a pasos agigantados. Lo mismo ha hecho la música, películas y series de televisión del gigante asiático, que gracias a su combinación de cercanía cultural y control político han tenido una buena acogida entre el público vietnamita. Además, según explica el Nanfang Zhoumo, aprender a cocinar comida china, conocer las reglas del fengshui o saber sobre medicina tradicional china se ha convertido en algo que eleva tu estatus social.
Otro ejemplo muy claro de la creciente influencia cultural de China está en las universidades. Actualmente hay 100.000 estudiantes vietnamitas cursando estudios en 100 universidades chinas, una cifra 10 veces superior a la de los alumnos que estudian en Estados Unidos.
Pero la migración, fomentada por las oportunidades económicas, también va en la otra dirección. Según han publicado los medios de Hanoi, en Vietnam hay 35.000 trabajadores chinos. Esto también provoca ciertos problemas y conflictos sociales, que se podrían resumir en las palabras de un vietnamita al Nanfang Zhoumo:
[Los chinos] se comportan en los dormitorios como si fueran los reyes, construyen sus propias casas, les ponen a las calles los nombres de sus lugares de origen, beben dando gritos y escupen por todas partes.
Además, y debido a la escasez de mujeres en China, cada vez más personas procedentes del gigante asiático acuden a Vietnam para encontrar mujeres. Muchos vietnamitas no pueden dejar de ver a los chinos como unos nuevos ricos mal educados, borrachos y avariciosos.
Hermanos ideológicos
A pesar de las rencillas históricas, durante los últimos 60 años Vietnam ha seguido en muchos casos el ejemplo de China. Como explica el Nanfang Zhoumo, Mao Zedong sirvió de inspiración para los revolucionarios vietnamitas, mientras que Deng Xiaoping se convirtió en “el ídolo de una generación de economistas vietnamitas”. En la actualidad, y desde 1986, Hanoi ha seguido los pasos de China y de su proceso de Reforma y Apertura, abandonando las teorías económicas marxistas y lanzándose al capitalismo, pero manteniendo todo el poder político en manos del Partido Comunista de Vietnam. De hecho, muchos han calificado a este país del sudeste asiático como “un buen estudiante de China”.
Siguiendo los pasos de China, en los últimos diez años Vietnam ha crecido a una media de más del 7% de su PIB. Después de Brasil, se ha convertido en el segundo mayor exportado de café del mundo y en el mayor exportador de chile. También posee la mayor producción de la empresa deportiva Nike. En el año 2007, Vietnam entró en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Aunque ha seguido los pasos de China en las últimas décadas, Vietnam quiere mantener las distancias y asegurarse de no acabar engullido por el gigante asiático. Las aguas llenas de recursos naturales en torno a las islas Spratley son la polémica más evidente y peligrosa de unas largas y complicadas relaciones desde hace siglos.
Fuentes
► Nanfang Zhoumo: Vietnam: tan lejos del Cielo, tan cerca de China (越南:天堂太远,中国很近) / “Vietnam, un socialismo valiente” (越南:“大胆的社会主义”) / Vietnam se parece mucho a China (越南: 跟中国很像)
0 comentarios
Trackbacks/Pingbacks