Así aprendió China de las maquilas mexicanas

por | Ago 19, 2019 | América Latina y China, Lo último

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1980: el viaje de Jiang Zemin a México

El 25 de octubre de 1980, a las 13:20 horas, Jiang Zemin se bajó del avión y pisó suelo mexicano. Este ingeniero eléctrico y ex-trabajador de una empresa de automóviles llegaba al frente de una delegación de nueve personas, entre ellas responsables del Ministerio de Economía, investigadores de comercio internacional y funcionarios de varias regiones del sur de China. Al día siguiente, todos ellos aprovecharon para visitar Teotihuacán y subir hasta las pirámides del Sol y la Luna, una de las ruinas precolombinas más importantes del país. Pero el objetivo real de su visita a América Latina era otro: aprender de la experiencia industrial mexicana, y en particular de las fábricas instaladas en la frontera con Estados Unidos.

Jiang Zemin era por aquel entonces un gris funcionario más. Algunos miembros de la delegación quedaron sorprendidos por su desparpajo en el extranjero (había vivido en Rusia y Rumanía, todo un lujo para la época), pero su puesto de vicepresidente de la comisión de Importación-Exportación todavía no había despertado la atención de la prensa. En 1985, este hombre conocido por sus enormes gafas y su afición a la lengua de Shakespeare se convirtió en alcalde de Shanghai. Cuatro años más tarde llegó a lo más alto del Partido Comunista y en 1993 fue nombrado presidente de China. Desde este puesto, que ocupó hasta 2003, Jiang Zemin siempre aprovechó para recordarle a sus homólogos mexicanos su viaje a la Ciudad de México de 1980.

En aquella época, China era una de las naciones más pobres y aisladas del mundo. Mao Zedong apenas había muerto hacía cuatro años y el país se recuperaba a duras penas de la traumática Revolución Cultural. En 1978 se produjo el cambio definitivo: bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, China se embarcó en una transformación de su sistema político y estructura económica que recibió el nombre de “Reforma y Apertura” (gaige kaifang). Después de casi 30 años de comunismo, el país buscaba ahora abrirse a la inversión extranjera, introducir mecanismos de mercado y comerciar con el mundo.

Pero China no sabía muy bien cómo hacerlo. Sus funcionarios habían crecido estudiando el modelo soviético y aplicándolo en la China de Mao. Nadie en el Ministerio de Finanzas sabía mucho sobre los mecanismos bajo los que funcionaban las grandes multinacionales y el capital extranjero. Para solucionarlo, desde finales de los años 70 y principios de los 80, el gobierno chino mandó a miles de funcionarios por todo el mundo para estudiar la experiencia de otros países. Y México fue uno de ellos.

Lo que aprendió China de México

Para políticos como Jiang Zemin, la experiencia de esta nación latinoamericana era sumamente valiosa. México llevaba desde 1965, cuando comenzó el Programa de Industrialización Fronteriza, generando una gran concentración industrial en el norte del país gracias a las inversiones procedentes de Estados Unidos. En muy poco tiempo, México consiguió llenar estos desérticos parajes de fábricas de ropa, zapatos, piezas de automóviles, aparatos de televisión y productos electrónicos. Si en 1970 estas industrias en las regiones fronterizas (conocidas popularmente como maquilas o maquiladoras) contaban con 21.874 trabajadores, diez años después ya eran (pdf) 119.546.

México se presentaba en 1980 como una de las mayores potencias industriales del mundo en desarrollo. Al estudiar el modelo industrial mexicano, Jiang Zemin se dio cuenta que para seducir a las empresas extranjeras había que ofrecerles algo a cambio. En los años 60 y 70, México ponía sobre la mesa, antes que nada, mano de obra barata: el salario mínimo de los mexicanos era entonces entre tres y cuatro veces menor que el de los estadounidenses.

Además de eso, el gobierno concedió ventajas especiales a estas “zonas francas” ubicadas en la frontera con Estados Unidos, entre ellas la importación de productos libres de impuestos (siempre y cuando fueran ensamblados en México y después exportados) y la facilidad para traer personal extranjero. Estos “ganchos”, unidos a la proximidad geográfica con el vecino del norte, fueron suficientes para que miles de empresas decidieran cruzar la frontera, ensamblar en el país latinoamericano y después exportar los productos al mercado estadounidense.

A pesar de la distancia, durante su viaje Jiang Zemin comenzó a hacer paralelismos con China. La pujante industria mexicana no había surgido en cualquier lugar del país, sino allí donde estaba más cerca del dinero: en los 3.000 kilómetros de frontera que compartía con Estados Unidos. El dirigente chino no pudo evitar pensar en el sur de China. Allí, la provincia de Guangdong rodea a la ciudad de Hong-Kong, entonces todavía colonia británica; y la provincia de Fujian tiene en frente la isla de Taiwán. Ambas regiones estaban mucho más desarrolladas que la China continental. ¿Podía organizarse algo parecido a lo que México tenía en el norte del país?

Mientras Jiang Zemin reflexionaba estos temas, la delegación china (que estuvo en la Ciudad de México entre el 25 y el 28 de octubre) se reunió con representantes mexicanos encargados de la atracción de inversión extranjera, la recaudación de impuestos y el comercio exterior. Los funcionarios chinos estaban en realidad afinando sus conocimientos, ya que otras delegaciones habían pasado varios meses a finales de los años 70 en ciudades como Tijuana y Ciudad Juárez. Fue en ese mismo año, en 1980, en el que China abrió sus primeras Zonas Económicas Especiales en Shenzhen, Zhuhai, Shantou (en la provincia de Guangdong) y Xiamen (provincia de Fujian). Estas zonas francas se parecían en gran medida a lo que México había iniciado 15 años antes. Y Jiang Zemin fue precisamente una de las personas que participó de su diseño.

Años después, cuando Jiang Zemin se convirtió en Presidente de China, siempre le contó a sus homólogos mexicanos (en la foto, con el entonces presidente Vicente Fox), sus primeras visitas de los años 80 al país mexicano.

El origen del made in China

Aunque China aprendió mucho en esta nación latinoamericana, no fue ni mucho menos el único país en el que se fijó. La visita de 1980 era en realidad un viaje de 43 días que llevó a la delegación china a Sri Lanka, Malasia, Singapur, Filipinas e Irlanda. Muchos de estos países estaban inmersos en distintos modelos de atracción de la inversión extranjera, creación de zonas de comercio, construcción de infraestructuras, organización de parques industriales y distintos modelos de empresas mixtas (las llamadas joint-ventures). Asia llevaba ya varias décadas despegando, y otros países como Japón, Corea del Sur y Taiwán se convirtieron también en modelos para el gobierno chino.

Según recogió años después uno de los miembros de la delegación, Hua Yan, funcionario de la comisión de Importación-Exportación, los dirigentes chinos volvieron a su país con tres grandes lecciones bajo el brazo:

1 – La primera era que había que simplificar y agilizar todos los trámites para los inversores extranjeros. El modelo de Singapur sedujo especialmente a los diplomáticos chinos, ya que las empresas podían hacer en esta ciudad-estado todas las gestiones en una sola mañana y en un mismo edificio. Las autoridades habían concentrado aquí todos los trámites (impuestos, inversiones, comercio…) y el sistema se asemejaba a lo que hoy se conoce como ventanilla única.

2 – En segundo lugar, la delegación china destacó la importancia de educar a sus trabajadores, con escuelas de formación técnica y cursos de gestión y administración.

3 – La tercera gran recomendación era que había que organizar y planificar bien las zonas económicas especiales, invirtiendo especialmente en infraestructuras. De nada servía abrir regiones a la inversión extranjera si éstas no contaban con la suficiente planificación y recursos para que fueran rentables.

México y China: la competencia comercial

Casi 40 años años después de la visita de Jiang Zemin, el paisaje en el norte de México sigue caracterizado por el desierto y las fábricas. La región está repleta de enormes cáctus y amplias extensiones de tierra que recuerdan a las películas del Oeste (o a la serie Breaking Bad), pero es también uno de los motores de la economía mexicana.

En 2016, los estados fronterizos (Baja California, Sonora, Chihuahua, Cohahuila de Zaragoza, Nuevo León y Tamaulipas) suponían en torno al 33% de todo el sector de las manufacturas y más de la mitad de sus exportaciones (59%). Las maquilas del norte del país cuentan hoy con 1,45 millones de trabajadores y han pasado de ensamblar piezas de escaso valor tecnológico a trabajar en centros de investigación, desarrollo y diseño. México sigue siendo hoy una potencia industrial: exporta más productos manufacturados que el resto de países latinoamericanos juntos.

Lo que sí ha cambiado es que al otro lado del Océano Pacífico le ha surgido competencia: el famoso made in China. La estrategia diseñada y mejorada por las delegaciones chinas se siente con fuerza en el estado de Chihuahua, donde Javier Rascón, un empresario que se dedica a la importación de productos asiáticos, recuerda con cierto resquemor la visita de Jiang Zemin. “China vino a México hace 40 años a estudiar el programa maquilador. Vino, estudió el programa e hizo la famosa ingeniería a la inversa”, dice en referencia a la implantación de políticas similares a las del país latinoamericano. “Cuando regresaron a China, dijeron: ´México está haciendo eso para Estados Unidos, nosotros vamos a hacerlo para el mundo´. Y muy calladitos nos copiaron todo”.


Nota: este artículo forma parte del libro “136: el plan de China en América Latina” (puedes comprarlo en Amazon España o Amazon Estados Unidos). Si solo te interesan las relaciones entre China y México, échale un vistazo al ebook México y China: la guerra perdida contra el made in China.

Daniel Méndez
Daniel Méndez es el autor del libro "136: el plan de China en América Latina", publicado en 2019 y que explica en profundidad las crecientes relaciones políticas y económicas entre el gigante asiático y el continente americano. En 2010 creó la página web ZaiChina. Es Licenciado en Periodismo y Estudios de Asia Oriental. Colaboró desde Pekín con varios medios de comunicación (entre ellos El Confidencial, Radio Francia Internacional, El Tiempo y EsGlobal) y es el autor del libro "Universitario en China. Así son los futuros líderes del país". [Más artículos de Daniel Méndez]

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