Los monopolios y las empresas estatales tienen mala prensa en China. Los grandes conglomerados públicos, todavía muy importantes en sectores como la energía, telecomunicaciones y banca, parecen haberse colocado en el punto de mira del gobierno tras la llegada al poder de Xi Jinping.
Uno de los ataques más frecuentes hacia estas empresas, junto con su carácter monopolístico y su facilidad para el crédito, es su falta de eficacia y escasa rentabilidad económica. Esta es la idea que recientemente defendió con datos el portal de noticias Netease, quien habló de las compañías públicas como un lastre cada vez mayor para el crecimiento económico de China.
Como se puede ver en el gráfico, en los años 2006-2007 se produjo un importante cambio de tendencia entre las empresas privadas y públicas, que hasta entonces contaban con una rentabilidad parecida (medida en relación a sus activos). A partir de entonces, sin embargo, las privadas irán aumentando su eficacia mientras las públicas inician su cuesta abajo. Las empresas de propiedad estatal pasan de más contar coun 6% de beneficios en 2007 a un 4,6% en 2012. La diferencia con las compañías privadas, casi inexistente en 2006, está ahora en un 7,8%.
El Data Blog de Netease, que utiliza cifras del Departamento Nacional de Estadística, atribuye esta transformación económica a la política conocida como “El Estado avanza, el sector privado retrocede”. Detrás de esta filosofía se ha identificado al gobierno de Hu Jintao y Wen Jiabao, quienes intentaron consolidar el rol del Estado y las empresas estatales en la economía china mientras estuvieron en el poder.
Las cifras más recientes contrastan con las de 1998-2004. Durante estos años, las reformas liberales del primer ministro Zhu Rongji hicieron que la diferencia en la rentabilidad de empresas privadas y públicas pasara de un 4% a un 1%. Es por eso que Data Blog considera que, durante los últimos 10 años, las compañías de propiedad estatal se han convertido en un lastre cada vez más pesado para el crecimiento económico de China.
El sector industrial, en manos privadas
Otra cifra interesante que aporta el gráfico tiene que ver con la producción industrial. En este sentido, las empresas estatales han ido retrocediendo posiciones a toda velocidad durante los últimos 30 años. Si las empresas públicas eran responsables del 50% de la producción industrial en 1998, en el año 2011 la cifra se había reducido a un 26%. Todo eso teniendo en cuenta que algunos sectores, como la minería o las grandes obras de infraestructuras, todavía son feudo exclusivo de empresas estatales.
¿Tan malas son?
Aunque numerosas voces liberales piden un desmantelamiento de estos grandes monopolios y empresas estatales, lo cierto es que la solución es bastante más compleja. Para empezar, las compañías de propiedad estatal son una fuente importante de poder, ingresos y ascensión política para los líderes chinos y sus allegados. Reformarlas, en muchos sentidos, significa actuar contra los intereses privados de personas muy poderosas.
Por otro lado, las empresas públicas han jugado un rol muy importante a la hora de crear infraestructuras que tal vez no sean muy rentables económicamente, pero que ayudan a empujar al conjunto de la economía. Barry Naughton, profesor de economía china en la Universidad de California, señaló en un trabajo reciente algunos ejemplos: las inversiones de China Mobile en redes 3G y 4G; la labor de las empresas estatales a la hora de desarrollar las zonas más pobres del oeste del país; o la inversión en el extranjero de compañías energéticas para garantizar el suministro de petróleo.
Además de eso, las compañías estatales también cumplen una función social. Generan mucho empleo (mucho más del que generarían si fueran privadas) y en condiciones decentes. A esto hay que añadir sus contribuciones en forma de impuestos a las arcas del Estado. El nuevo documento aprobado por el Tercer Plenario del PCCh incluye precisamente una medida en esta dirección: que las empresas estatales entreguen el 30% de sus ingresos al gobierno para que este pueda repartirlo a través de servicios sociales (educación, pensiones, etc…).
Todos estos motivos hacen que las empresas estatales sean menos rentables… pero también más difíciles de reformar.
Fuentes
• Netease: Data Blog
• Barry Naughton: The Narrow Road to Reform (pdf)
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