Entre los días 9 y 12 de noviembre se celebró el Tercer Plenario del Comité Central del Partido Comunista de China. Finalizada la reunión, el PCCh dio a conocer un comunicado en el que explica la hoja de ruta para la próxima década. En él hay propuestas como reforzar el sistema jurídico, dar una mayor responsabilidad y libertad a los mercados, desarrollar la innovación en el campo de la seguridad nacional y garantizar los derechos de propiedad de los campesinos.

¿Qué conclusiones podemos extraer de la Tercera Sesión Plenaria? ¿Son estas las reformas que China necesita?

En este segundo debate ZaiChina han participado Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China; Diego Torres, reportero en China del diario El Mundo y Expansión; y Lin Yue, profesor asistente e investigador de la Universidad Autónoma de Madrid. El debate ha sido coordinado por David Ramírez.

La resolución, a mi entender, define los trazos generales pero no entra, intencionadamente, en los detalles. Por eso, en primer lugar, debe analizarse en el contexto de las intenciones y propuestas deliberadamente filtradas en las semanas previas y que sí indican claras orientaciones y posibles medidas en numerosos campos que deberán concretarse en los próximos meses y años, teniendo en cuenta la inevitable progresividad y la experimentación, constantes habituales del proceso chino. En segundo lugar, habría que decir que hay conciencia, desde hace tiempo, del agotamiento del modelo previo, pero no hay claridad respecto al modelo final, más allá de la postulación de ese reequilibrio entre lo público y lo privado, etc.

Ese es el reto del top level design, cuyo contenido se irá perfilando
poco a poco, en el doble marco general del mantenimiento de la
preponderancia de la propiedad pública y la hegemonía del PCCh, que no se alteran. Lo que vienen a decir es que hay margen para más flexibilidad sin poner en peligro la arquitectura general del proceso. El tiempo dirá si esto es viable.

Que China necesita reformas es evidente. Con este comunicado, es
imposible juzgar si las que adopten serán o no las necesarias, ya que solo ofrece criterios generales. Creo que es importante también
conocer la composición de ese grupo central que debe impulsar los
proyectos en las diferentes áreas. Es bastante llamativa su creación y pudiera deberse a la complejidad de la reforma a encarar o también a la necesidad de soslayar la reiteración de ciertos debates en el Buró Político, aunque todas las medidas deban contar con el visto bueno del Comité Permanente.

En el orden político, el mayor reto sigue siendo alargar la
democracia. Las intenciones manifestadas a propósito del parlamento o de la justicia saben a poco. En el orden social, el reto sigue siendo inmenso.

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A diferencia de Xulio, yo sí creo que además de la conciencia del agotamiento del modelo previo, existe una conciencia -o consenso- en la cúpula dirigente sobre el modelo final, el objetivo que se persigue alcanzar. El Partido Comunista está convencido de que necesita darle al pueblo una Administración más eficaz, menos corrupta, más transparente. También de que debe reducir las barreras políticas al crecimiento económico. Y quiere hacer todo esto sin alterar para nada el diseño global del sistema.

Ahí reside el dilema. ¿Puede China combatir eficazmente la corrupción sin un sistema judicial independiente, sin prensa libre y sin elecciones? ¿Puede el país asiático encontrar nuevas palancas de estímulo económico sin alterar el papel central -estamos hablando de entre un 35% y un 50% del Producto Interior Bruto- de las empresas estatales? Los próximos 10 años nos darán las respuestas a estas preguntas.

Hay otra cuestión y es que tal vez conozcamos más detalles de los planes concretos de reforma una vez salga el informe completo -o decisión- del pleno, pues lo que hemos leído hasta ahora es simplemente el comunicado. En principio, se espera que el documento más detallado se publique en los próximos días…

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En comparación con la creación de la Comisión de la Seguridad
Nacional, en el ámbito económico el comunicado del Tercer Plenario no supera lo que esperamos. Dentro de todos los puntos, lo que me llama la atención es la unificación del mercado de la tierra de construcción urbano-rural. Eso implica primero la clarificación del derecho individual de propiedad de la tierra colectiva, lo que les permitiría disponer de ella libremente. Aunque la tierra en China no estará privatizada en sí misma, el derecho de utilización será un patrimonio no físico de los campesinos, que les permite disfrutar de la subida del precio de tierra en China. Aun más importante es la disposición de un patrimonio hipotecable que facilitara la financiación de las actividades agrícolas, industriales y comerciales de los residentes rurales. En este contexto, si el gobierno pudiera cumplir este objetivo hasta 2015, el proceso de urbanización se acelerará, contribuyendo a la reducción de la desigualdad y a la transformación del modelo de desarrollo hacia una mayor dependencia del consumo interno. Sin embargo, el desequilibrio de la distribución de la renta  no solamente se observa entre los que viven en ciudades y los que residen en campo, sino también existe entre el sector empresarial y el sector hogares. Para reequilibrar la estructura económica es indispensable la reforma de las empresas estatales, donde se concentra una gran parte de los beneficios debido a su posición quasi monopolista en algunos de los sectores más lucrativos; y también la reforma del sistema financiero, que actualmente limita el flujo del capital de forma más dinámica. Lamentablemente, por el momento no sabemos cómo intentará el gobierno chino realizar estas reformas.

El comunicado destaca la economía pública como parte esencial de la economía de mercado socialista de China, y demanda la mejora de su dinamismo, influencia y dominio. Al mismo tiempo, el sector privado se considera como incubadora de la creatividad e innovación. El comunicado también reitera el objetivo de construir un sistema financiero moderno, sin mencionar claramente su plan de liberalización del tipo de interés y del tipo de cambio, ni la autorización de la creación de bancos privados. No obstante, como el mercado jugará el papel decisivo en la asignación de los recursos, podríamos suponer una gradual liberalización del tipo de interés y del tipo de cambio: dos precios del capital. Las reformas en los diez años siguientes serán seguramente más complicadas y más difíciles que las ya realizadas. La profundización de las reformas recibirán la resistencia de los grupos de interés, que han sido los beneficiados de las políticas anteriores. Es por eso que el gobierno ha decido crear un equipo directivo de profundización de las reformas al nivel más alto. En caso de que el nuevo equipo de líderes pueda consolidar su poder para imponer unas reformas que dañen los intereses de los más influyentes sectores del régimen, entonces soy optimista respecto al futuro de China.

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En todo el comunicado solo hay dos medidas concretas: la creación de una comisión central para vigilar la implementación de las reformas y el establecimiento de un consejo de seguridad nacional. La primera puede ser clave, pues refuerza el control central sobre el diseño y aplicación de las reformas, lo que podría ayudar a vencer los obstáculos de los grupos de interés. La segunda apunta a un reforzamiento del aparato de seguridad.

El resto son objetivos estratégicos, que se pueden interpretar de
formas opuestas, como han hecho muchos analistas. Hay quien ve apertura al mercado y otros un enroque en el papel de las empresas del Estado. Realmente habrá que ver con el tiempo. De las pocas cosas más o menos claras es la decisión de “dar más derechos de propiedad a los campesinos”.

Estoy con Lin. Esto es importantísimo. La cantidad de la gente afectada por este cambio es enorme. El 73,4% de la población tiene el ‘hukou’ rural, casi mil millones de personas. Salvo aquellos a los que les han expropiado las tierras, los demás -la mayoría- disponen de una parcela asignada para el cultivo. Pero muchos viven en la ciudad, como corrobora la tasa de urbanización, que ya es superior al 50%. Y además muchos de los que están en el campo –una importante minoría- no viven de la agricultura, sino que tienen un trabajo asalariado.

Esto quiere decir que tal vez haya en China unos 400 millones de personas o más que tienen tierra, pero no viven de ella. Al darles la oportunidad de comerciar con los terrenos, el patrimonio de esta gente –y sus posibilidades de futuro- se va a multiplicar de pronto. Y además los campesinos que sí viven de la agricultura van a tener más seguridad legal y mayor poder de negociación en caso de expropiación. Es un cambio brutal.

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Son de gran interés las observaciones planteadas en este debate. A mi entender, existe un doble consenso básico: no hay marcha atrás ni tampoco nos podemos estancar. Ese consenso es bastante amplio y tiene su reflejo en el caso Bo pero también lo revelará el caso Zhou Yongkang, cuando estalle, que no tardará mucho, probablemente, a más tardar en marzo (finiquitando el alargado poder de Jiang Zemin).

Pero consenso no quiere decir total unidad de criterio y en cuanto a los pasos a seguir. En detalle, hay mucho que hilar, y la tarea va a ser muy complicada y difícil, y encontrará muchas resistencias no solo corporativas, también ideológicas y políticas, que pueden agrietar ese consenso. Ellos reconocen que hay diferentes puntos de vista, cosa lógica, sobre los ritmos, los contenidos, las prioridades, etc.

El control central sobre ese proceso es obvio, como ha sido siempre, con o sin comisión especial. Su creación responde a esa dificultad y probablemente al deseo de no ahondar en los debates en la cúpula del poder. Para evitar rupturas, se primará la estabilidad, clave irrenunciable no solo en lo político, también en lo económico. La lucha contra la corrupción genera mucha simpatía en torno a Xi y se apoyará en ella para reafirmar su liderazgo.

Por lo demás, no estoy nada convencido de que un sistema judicial más o menos independiente, una prensa “libre” y unas elecciones pluripartidistas sean el bálsamo redentor para atajar ese problema. Depende de cómo se haga. En España, tenemos en teoría de todo eso y la corrupción es un escándalo mayúsculo que no se está combatiendo eficazmente con reformas creíbles. Todo lo contrario. Lo que se plantea es, una vez más, un camino propio e integral, que probablemente mantendrá el formato de una economía mixta con dosis difíciles de precisar a día de hoy y también cuando tengamos el famoso documento que dirá más pero sin pasarse, y con cambios en el sistema político que reflejarán su trilogía ideológica: pensamiento clásico, pensamiento partidario y pensamiento occidental, en este caso, en particular lo que atañe al imperio de la ley. Sobre esas vigas, el que llaman “diseño de alto nivel”, se construirán los próximos años, que serán de cambios con el objetivo de seguir creciendo a un mínimo del 7-8% para alcanzar el famoso sueño, la recuperación de la grandeza perdida y en torno a él alargar el consenso a toda la sociedad.