China y su política exterior

por | Nov 4, 2013 | Lo último

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La política exterior de China puede parecer a simple vista sencilla y unidireccional, pero lo cierto es que está compuesta por varias escuelas que luchan por ganarse la atención de los líderes del país. Algunos apuestan por centrar los esfuerzos en las relaciones con Estados Unidos; otros por darle prioridad a Asia; los hay híper nacionalistas que no quieren saber nada con el mundo; mientras que otros apuestan por una mayor integración de China en las instituciones internacionales.

Este es el complejo retrato que David Shambaugh hace en “China Goes Global: The Partial Power” (aquí nuestra crítica de su libro) sobre la política exterior de China y las tendencias ideológicas que explican la relación del país asiático con el mundo. En su opinión, estas son las escuelas más importantes:

Los nativistas

Situados en el extremo izquierdo del espectro ideológico, son una mezcla de populistas, nacionalistas, xenófobos y marxistas. No confían en el mundo exterior y consideran que la participación de China en las instituciones internacionales es una trampa preparada por los países occidentales para frenar su desarrollo.

Todavía defienden el período maoísta y consideran que desde los años 80 las reformas económicas han provocado la desintegración del socialismo y la contaminación de la cultura china. Para ellos, las influencias extranjeras (películas, literatura, música…) son perjudiciales para el país, por lo que les gustaría limitarlas lo máximo posible.

Uno de los grandes ideólogos de esta escuela fue Deng Liqun, el antiguo director del Departamento de Propaganda, quien fue destituido en 1985. El libro referencia de este movimiento es China puede decir no, publicado en 1996. En el 2009, aprovechando la polémica y el éxito de los Juegos Olímpicos, vio la luz una especie de segunda parte, titulada China no está contenta, donde escritores como Wang Xiaodong o Song Qiang siguieron alimentando la llama del nacionalismo chino.

A diferencia de otras escuelas, los nativistas consideran fundamental la modernización del ejército e incluso defienden la intervención militar en conflictos con Taiwán, Japón o Estados Unidos.

Los nativistas están muy presentes en la Academia Marxista de la Academia de Ciencias Sociales de China.

El bestseller "China no está contenta", que resumía muchas de las ideas nacionalistas-marxistas de esta escuela.

 

Los realistas

Son también nacionalistas, pero más pragmáticos que los anteriores. Sus orígenes se pueden remontar al movimiento de autofortalecimiento de finales del siglo XIX. Buscan el renacimiento del país y que China pueda ocupar un lugar central en el mundo, pero sin implicarse demasiado en las relaciones internacionales y manteniendo siempre la prioridad número uno: el desarrollo de China. Según David Shambaugh, esta es la escuela dominante en la política exterior del país.

Los realistas creen que la mayoría de los problemas tienen que ser solucionados por los propios estados, y no por organismos transnacionales; piensan que el orden internacional es impredecible y desconfían de la política exterior de Estados Unidos.

Al igual que los nativistas, también mantienen cierto espíritu de revancha histórica. Después de haber sido humillada y colonizada durante los últimos 150 años, piensan que China debería devolver el golpe en el futuro. “En 10-20 años China será un gran exportador de alta tecnología, ¡podría imponer sanciones en aquellos que las impusieron antes en nosotros!”, explica Shen Dingli, decano de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Fudan de Shanghai. Otra de las personas que parece liderar esta escuela realista es Yan Xuetong, profesor de la Universidad de Tsinghua.

Los realistas, que confían mucho más en el capitalismo de Estado que en el laissez-faire occidental, han ganado peso en el país después de la crisis internacional de 2008-2010.

Los multilateralistas selectivos

Piensan que China debería involucrarse más en las instituciones internacionales y en los problemas globales, pero sólo en aquellas cuestiones que afecten directamente a sus intereses. “Para ellos, la gobernanza mundial es una táctica, no una filosofía”, dice David Shambaugh. “No son liberales institucionalistas, sino más bien una versión internacional de los realistas”.

Dentro de estos multilateralistas selectivos hay varios grupos: algunos piensan que China solo debería involucrarse en acciones aprobadas por Naciones Unidas; otros piensan que sólo debería actuar en el continente asiático; mientras que un tercer grupo defiende que China se asocie con otras potencias para llevar a cabo programas internacionales concretos.

Es esta escuela la que ha apoyado la participación de China en las operaciones de paz de Naciones Unidas; en los problemas nucleares de Irán y Corea del Norte; en misiones de rescate y solidaridad; y también en la lucha contra los piratas en el Golfo de Adén y Somalia. Otras cuestiones más lejanas y complicadas que no afectan directamente a los intereses chinos (como Siria, Afganistán o Libia) están fuera de la agenda de esta escuela.

Uno de los miembros más destacados de estos multilateralistas selectivos es Chang Gong y su obra “China Is Not Disruptive”, donde defiende un humilde papel para China en la gobernanza mundial.

En los últimos años, china ha aumentado significamente su presencia en las misiones de paz de Naciones Unidas.

Los globalistas

Para David Shambaugh, los globalistas chinos son lo más parecido a los liberales institucionalistas en Occidente: piensan que las instituciones internacionales (Naciones Unidas, por ejemplo) son fundamentales para la gobernanza mundial. Creen que China debería asumir mayores responsabilidades globales debido a su tamaño, poder e influencia.

Los globalistas están más interesados en el softpower que en el poder económico o militar; creen en las instituciones transnacionales para solucionar los problemas de los Estados; y piensan que China debería ampliar sus esfuerzos diplomáticos y crear mayores alianzas regionales.

Jin Canrong, profesor de la Universidad Renmin, lo explica así: “China debería aprender a ser un líder real en la comunidad internacional y debería aprender a hacer una contribución real al bien público”.

Algunos de los temas que quieren poner en la agenda china son efectivamente transnacionales: la seguridad económica, la lucha contra el terrorismo, la lucha contra el crimen organizado, la piratería, la salud mundial…

En vez de preguntarse: “¿Qué pueden hacer las instituciones internacionales por China?”, como hacen el resto de escuelas, los globales se preguntan: “¿Qué puede China hacer por las instituciones internacionales”, resume David Shambaugh.

La escuela de las grandes potencias

Esta corriente dentro de la política exterior china defiende que el país debería centrar sus esfuerzos en tener buenas relaciones con Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea, prestando menos atención a los países en vías de desarrollo. Una expresión china resume esta escuela: “las grandes potencias tienen prioridad” (大国是首要, daguo shi shouyao). La idea central es que China necesita llevarse bien con estos países para garantizar su desarrollo, ya que es en estas regiones donde se concentra el conocimiento tecnológico y el capital.

Dentro de esta escuela hay varios subgrupos. Uno de los más importantes piensa que “la clave de las claves” es la relación con Washington. Ésta fue la tendencia predominante durante los gobiernos de Jiang Zemin y se mantuvo muy influyente con Hu Jintao.

Otro grupo, sin embargo, piensa que la clave es Rusia. Aunque se la considera un país de poder decreciente, sigue siendo una potencia energética y militar, es importante para la seguridad nacional de China y ambos países comparten una cierta visión del mundo. Algunos de los académicos que promueven este tipo de política exterior son Pan Wei, de la Universidad de Pekín, y Feng Yujun, del China Institute of Contemporary Internacional Relations, ambos (qué casualidad) expertos en Rusia. Su influencia, dice David Shambaugh, no debe ser exagerada, ya que son muchos más los que piensan que Pekín cada vez tiene menos que ver con Moscú.

Otra sección dentro de esta escuela aboga por volcarse en la Unión Europea. Bruselas no es sólo una fuente de comercio, inversión y transferencia tecnológica, sino también una apuesta por el multilateralismo internacional. Al parecer, estas voces comenzaron a perder importancia a partir de 2006-2007, cuando surgieron varios problemas sino-europeos.

En su segunda visita oficial como Presidente de China, Xi Jinping viajó a Estados Unidos para reunirse con Barack Obama.

Asia primero

Al contrario que los anteriores, este grupo piensa que la prioridad número uno para China debería ser Asia, y que es aquí donde el país tiene que concentrar sus recursos y esfuerzos.

Zhu Feng, profesor de la Universidad de Pekín, lo explica de la siguiente manera: “Cada potencia debe proteger su propio patio”. Otro analista completa la expresión: “Si el Sudeste Asiático es nuestro patio frontal, entonces Asia Central es nuestro patio trasero”.

A diferencia de Estados Unidos, el gigante asiático mantiene frontera terrestre con 14 países. A esto habría que añadirle las “fronteras marítimas” con otras naciones como Corea del Sur, Japón o Filipinas (o incluso Taiwán). Es aquí donde cuestiones como la relación con Japón, India o Corea del Norte cobran todavía más importancia, temas en los que esta escuela piensa que debería concentrarse la diplomacia china.

El papel de China en Asia ganó en popularidad tras la crisis de 1997, cuando Pekín se comportó con bastante responsabilidad con sus vecinos. Ese esfuerzo diplomático, sin embargo, se ha visto contrarrestado por las tensiones de los últimos años con Vietnam, Filipinas, Malasia o Brunei por las islas Spratley.

El complejo y variado panorama de China en Asia.

La escuela global del Sur

Si otras escuelas quieren enfocarse en las grandes potencias o en Asia, ésta piensa que la identidad más importante de China en sus relaciones exteriores es su pertenencia al mundo en desarrollo y su pasado compartido de colonialismo.

Es aquí donde encaja el apoyo de China a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, su política de no intervención, sus programas de ayuda sin condiciones políticas y su defensa de que los países desarrollados deberían liderar la lucha contra la contaminación.

Esta escuela defiende una transferencia de poder de Norte al Sur, ya que piensan que los países en vías de desarrollo no tienen suficiente representación en las instituciones internacionales. Es por eso que apoya todas las colaboraciones y asociaciones entre países del Sur, entre ellas el G-20 y los BRICS.

Aunque China se convierta en una gran potencia mundial, lo cierto es que el país seguirá siendo durante décadas un país en vías de desarrollo y de ingresos medios. Es por eso que esta escuela piensa que Pekín debería seguir identificándose con el Sur, y que debería seguir sintiéndose obligado a trabajar con los países en vías de desarrollo.

En su primer gran viaje al extranjero como Presidente de China, Xi Jinping visitó varios países africanos, entre ellos Tanzania.

 

Fuente

• “China Goes Global: The Partial Power”

Daniel Méndez
Daniel Méndez es el autor del libro "136: el plan de China en América Latina", publicado en 2019 y que explica en profundidad las crecientes relaciones políticas y económicas entre el gigante asiático y el continente americano. En 2010 creó la página web ZaiChina. Es Licenciado en Periodismo y Estudios de Asia Oriental. Colaboró desde Pekín con varios medios de comunicación (entre ellos El Confidencial, Radio Francia Internacional, El Tiempo y EsGlobal) y es el autor del libro "Universitario en China. Así son los futuros líderes del país". [Más artículos de Daniel Méndez]

2 Comentarios

  1. Javier

    No había leído un resumen tan perfecto sobre la política exterior china. Me lo guardo.

  2. jorge

    fantastico articulo

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