El cine chino se atreve con un nuevo género, y el resultado entretiene más de lo que cabría pensar, ofreciendo una de las mayores sorpresas del cine comercial chino del 2013.
Dicen que para que un niño aprenda a leer, no existe mejor manera que hacerle crecer en un entorno en donde vea a sus padres disfrutar de la lectura. Al fin y al cabo, los niños comienzan a definir su personalidad reproduciendo lo que ven a su alrededor. El cine chino, a pesar de ser ya el segundo productor de películas del mundo, busca todavía su voz propia, y para ello no tiene ningún reparo en reproducir géneros que ha visto triunfar en la principal potencia cinematográfica: Hollywood.
A gatas, lo ha intentado ya con géneros como la comedia romántica urbana, mientras que debido a las limitaciones creativas a las que se enfrenta la industria china (básicamente, la restrictiva legislación del gobierno), todavía no ha podido tantear géneros como el terror, el thriller erótico o el cine excesivamente violento.
Envuelto como está el país en un torbellino de casos cada vez más mediáticos de corrupción y escándalos en las altas esferas políticas, era sólo cuestión de tiempo que el cine chino lo intentara con otro de los géneros incombustibles de Hollywood: el thriller judicial.
El argumento de “Silent Witness” (全民目击), cuya traducción literal sería “observado por todo el pueblo”, abre con los medios de comunicación de todo el país volcados en la apertura del juicio a la hija de un poderoso magnate empresarial, acusada de matar a la novia de su padre. Como buen intento de aproximación al género, el guión reserva no pocos giros de guión y constantes sorpresas a la vuelta de la esquina, con el habitual elenco de estereotipos tratando de llevarse el gato al agua: un fiscal obsesionado con la justicia que verá flanquear su determinación al involucrarse personalmente en la acusación del caso, una abogada fría y exitosa que no duda en emplear todo tipo de artimañas para salvar a su cliente, un despiadado hombre de negocios dispuesto a todo por salvar el pellejo… Y hasta aquí puedo leer, por miedo a destripar a posibles espectadores el final de una película que se disfruta mucho más de lo que podría parecer en un principio.
Y es que la película dirigida por Fei Xing, estrenada el 13 de septiembre y plagada de estrellas como el hongkonés Aaron Kwok, Sun Honglei o Yu Nan, ha sido una agradable sorpresa que, al menos un servidor, no esperaba encontrarse al apagarse las luces de la sala de cine. Si bien es cierto que cuenta con no pocas carencias y excesos, se echa de menos un mayor tratamiento de las particularidades del sistema judicial chino y sobran estereotipos y música de climax, “Silent Witness” sorprende para bien con un guión bien trabajado y construido a través del punto de vista de los tres protagonistas. El final, a pesar de que quizá se alargue algo más de la cuenta, deja un buen sabor de boca al espectador, que cuando se enciendan las luces habrá podido disfrutar de una de las mayores sorpresas del cine comercial chino en lo que va de año.
En definitiva, un loable intento de acercarse a uno de los grandes géneros cinematográficos del cine comercial occidental. Aunque se echa en falta una mayor adaptación a las particularidades y realidad chinas, un guión en forma de muñeca rusa y una correcta cinematografía construyen en “Silent Witness” una recomendable pieza comercial que, sin ser ninguna obra maestra, divierte y sorprende. Que no es poco.
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