Ángel Villarino, el corresponsal en China del grupo mexicano Reforma y colaborador habitual del español La Razón, se encuentra estos días en Madrid haciendo promoción de su nuevo libro, “¿Dónde van los chinos cuando mueren?”. Debido a su profundo estudio sobre la comunidad china en España, especialmente en el ámbito económico, le hemos hecho algunas preguntas sobre la Operación Emperador, que todavía está dando mucho de que hablar en la península Ibérica.

En el último mes la Operación Emperador ha irrumpido con fuerza en el debate sobre la comunidad china. ¿Cuál fue tu primera impresión cuando recibiste la noticia?

Mi primera impresión cuando recibí la noticia fue de pánico. Porque yo había entregado el borrador del libro a la editorial un día antes. La Operación Emperador me forzó a cambiar algunas cosas y a actualizar el libro. Por ejemplo, el 80% de la acción policial se llevó a cabo en Cobo Calleja, el polígono industrial de Fuenlabrada, que era una parte importante de mi libro. Y no podía aparecer un libro en las librerías hablando de Cobo Calleja sin hablar de la Operación Emperador. En resumen, tuve que cambiar un montón de cosas, y lo tuve que hacer muy deprisa. Y contactar con fuentes corriendo para intentar actualizar lo más posible el libro.

La segunda reacción, cuando ya empecé a meterme dentro de lo que había sido la Operación Emperador, fue bastante satisfactoria, porque reafirmó algunas de las cosas que yo contaba en el libro. Lo que no me imaginaba era la dimensión. Por ejemplo, en el borrador inicial, todo el proceso de cómo se estaba mandando el dinero a China estaba ya contado; también estaba contado lo que es la parte más importante del fraude que comete Gao Ping, que es tasar por debajo de su valor real los productos que vienen de China con el fin de que la parte equivalente de impuestos sea mucho más reducida.

En uno de tus artículos recientes, poco después de que se diera a conocer la Operación Emperador, hablabas de la aparente facilidad con la que esta trama conseguía defraudar a Hacienda.

La verdad, no sé si pensar que es simplemente una cuestión de ineficacia a la hora de hacer los controles en aduanas, o si veremos en los próximos meses que desmantelan algo en aduanas. La fuente principal que he utilizado para elaborar esta cuestión fue el agente de aduanas de Gao Ping hasta el año 2001. Ese año fue cuando Gao Ping comenzó a dedicarse a asuntos sucios. Gao Ping le dijo a este agente de aduanas: “oye, yo quiero empezar a meter la mercancía así”. Y el agente le dijo: “Bueno, pues conmigo no cuentes”.

Este agente de aduanas calcula que en los últimos años en torno al 90% de lo que ha venido de China, no sólo importado por chinos sino también por españoles, ha cometido alguna irregularidad. De este 90%, la mitad son pequeñas irregularidades, pero la otra mitad son subtasacciones (se tasa por debajo del precio real en aduanas, con lo que se paga menos impuestos). O sea, es un fraude de dimensiones espectaculares del cual la Operación Emperador saca una parte, pero que se ha venido produciendo desde hace diez años. Y si estas cifras son verdad, no sé… me cuesta mucho trabajo saber cómo ha podido pasar.

Luego también tienes que tener encuenta los puertos por los que ha entrado la mercancía. Primero empieza entrando por puertos italianos, Génova y Nápoles; cuando empieza a oler demasiado mal, comienza a llegar a Barcelona; y luego en la última etapa viene por Valencia, aunque en Valencia ya empezaba a haber controles y se estaba yendo a otro sitio. Entonces, bueno, de nuevo Italia y España. Es verdad que es porque las comunidas chinas más grandes están aquí, pero… no sé. Da qué pensar. ¿Por qué justo por aquí?

Luego hay otra cosa que ocurre en la Unión Europea y que da que pensar. A lo mejor para alguien que esté más familiarizado con la importación y exportación es algo obvio y evidente, pero yo no lo sabía y me sorprendió mucho. Y es el hecho de que hay aduanas en todos los sitios. Tú puedes meter un camión de mercancía por Barcelona y llevártelo a la aduana de Guadalajara; pasar la aduana en Guadalajara y venderlo en París. O sea, puedes meterlo por cualquier puerto y pasar la aduana en cualquier sitio. Yo supongo, y esta es la impresión también de los expertos en este tema, que esto facilita mucho las cosas a la hora de hacer trampas.

Lo que no sé es si es un tema de corrupción, de desorganización, de falta de control… o de falta de personal, como también se quejan a veces en aduanas.

En tu libro, sin embargo, no hablas de mafias, sino que las defines como “mafietas”.

Yo creo que no se puede hablar de una mafia. Es una cuestión que tiene importancia, pero tampoco creo que sea capital. Es un término, una cuestión conceptual. Pero bueno, yo sigo pensando que es una mafieta y no una mafia. ¿Por qué? Cuando hablamos de mafia estamos hablando de la mafia italiana, los zeta mexicanos, los narcos… son organizaciones que tienen arsenales de armas, a veces superiores a las de la policía, están metidas en actividades con grandes dosis de violencia; y en ocasiones, como en el caso de la ´Ndrangueta italiana, en el año 2007 tenían unos ingresos que eran dos o tres veces el Producto Interior Bruto (PIB) de Bolivia. A estos niveles no llega la organización de Gao Ping.

Tampoco me gusta el término porque la gente lo suele relacionar con grandes dosis de violencia y asesinatos. Hay gente que incluso ha intentado relacionar el tema con las triadas de Hong-Kong. Pero yo creo que no estamos hablando de una gran organización con un tipo sentado en una silla y una bola de cristal dominando el mundo. Desde luego, lo que yo descartaría es que haya conexiones mafiosas entre mafias chinas y los tramposos importadores como Gao Ping.

¿Qué son entonces las “mafietas” de las que hablas en el libro?

Cuando hablo de “mafietas” en el libro me refiero a los grupos que se dedican a hacer actividades que no son de fraude económico (como las importaciones), sino de delincuencia tradicional o clásica: prostitución, extorsión, tráfico de drogas, falsificación de documentos, palizas, tráfico de personas… Esto sí que existe, hay unas cuentas bandas (a una de ellas la han incluido dentro de la Operación Emperador), pero son pequeñas bandas que se dedican esto. Generalmente delinquen dentro de la propia comunidad china en España, nunca o casi nunca fuera de ella, y son grupos que no lo controlan todo.

El problema de la Operación Emperador es que todavía no ha habido un juicio y todavía no sabemos exactamente cuánto de verdad hay de lo que se ha filtrado a la prensa. Yo creo que una parte importante de lo que se ha contado se ha exagerado, que se ha sido bastante sensacionalista. Lo que trasciende de las filtraciones a la prensa es que había lazos entre el fraude de los importadores y estas “mafietas”. O sea, que los importadores utilizaban a estos grupos para sus actividades. Yo estoy seguro de que Gao Ping y los que estaban haciendo fraude a gran escala (y también los que no) utilizaban estos grupos para cobrar una deuda, o tal vez para que les llevaran prostitutas a los karaokes. No me cabe la menor duda de que algunos lazos habrá y de que tendrán el teléfono de alguno. Pero esto es muy difeernte a decir que hay una organización piramidal en la que, como se ha dicho sobre la trama de Gao Ping, estas “mafietas son el brazo armado de una mafia”… Puede parecer una tontería o que es cogerlo con papel de fumar, pero yo creo que es importante separar las cosas.

He leído cosas que se han publicado en la prensa española en la que presuntos expertos dan por hecho que Gao Ping era parte de algo mucho más grande, que estaba dirigido por alguien en China mucho más poderoso. Descartar algo en esta vida es complicado, pero a mi juicio no hay ningún indicio que apunte a que esto pueda ser así. Yo creo que hay un grupo de importadores que comete irregularidades, y que dentro de la comunidad china hay otro sector, otra gente, que se dedica a la criminalidad tradicional. Y ambos sectores entran en contacto.

En la sociedad española, esas imágenes de televisión en las que se muestran los fajos de dinero requisados durante la Operación Emperador se han quedado grabadas en la memoria.

Esta es otra cosa que yo creo que se ha explicado de manera regular. El dinero provenía de la venta de artículos tasados por debajo de su precio real, eso es verdad, pero una parte era para pagar a los empresarios españoles que estaban blanqueando dinero, que lo tenían en paraísos fiscales y que lo mandaba a China. Además, se ha dicho que ese dinero todo se va a China para hacer inversiones inmobiliarias: una parte se irá para eso, o para meterlo en una cuenta de ahorros o para lo que sea, pero otra parte, y muy importante, se va para pagar la mercancía que ha venido desde China tasada de manera ilegal. Porque si tú dices que el contenedor te ha costado 5.000 dólares y te ha costado 50.000, tú no puedes mandar una transferencia por valor de 50.000 sin justificarla. La forma de pagar a esos fabricantes es a través de cauces ilegales. Parte de esos billetes, por lo tanto, se van a pagar a los fabricantes de esos productos que había en el almacén. Con esto yo no intento justificar el delito, pero hay que explicarlo para que entendamos de que estamos hablando.

Además, yo creo que demonizar el asunto no sólo es negativo para la comunidad china, sino también para nosotros, porque si lo demonizamos y no lo entendemos no sabemos lo que tenemos delante. Es una cosa mucho menos cinematográfica de lo que nos han mostrado y mucho más importante. Estamos hablando de una estructura económica en la que un 90% de lo que estamos importando se está importando mal.

La forma en la que el caso se ha tratado en los medios de comunicación ha provocado las quejas de la comunidad china en España.

Hay muchísimas quejas. Como todo se presenta en blanco y negro, en España yo creo que había dos corrientes principales. Una era la de la gente que pensaba que son un problema, que no pagan impuestos, que son un cáncer, unos parásitos. Hay incluso una teoría en Internet que habla del “modelo parasitario”. Y luego empezaba a haber otra corriente que, al revés, les convertía en héroes. El propio presidente de Mercadona, con sus famosas frases en las que decía que deberíamos aprender de ellos, que son trabajadores incombustibles, dispuestos a todo… bueno, yo creo que en los dos extremos hay exageraciones y que no se entiende el fenómeno si se adopta una de estas dos posturas.

Después de la Operación Emperador, ha salido muy reforzada la visión más negativa. Y durante los días que duró la Operación y que los medios de comunicación estaban hablando constantemente de ello, pues me bajé varios podcast de programas de radio para ver que decían y había gente que llamaba y bueno, se cuestionaban las cosas más increíbles que te puedas imaginar. Cosas como “¿alguien ha visto alguna vez un chino caminar por la calle de la mano de su novia?”. No sé, me recordaba a lo que describen los libros del ambiente de persecuciones contra los judíos de la Europa de entreguerras. Cosas completamente sacadas de tono.

Ayer leí un artículo muy largo publicado por el Southern Weekend (Nanfang Zhoumo), en el que decía que muchos de ellos están pensando en volverse, o algunos que ya tenían pensando volverse, pues están acelerando la vuelta. Porque a parte de que las ventas han bajado mucho, había un padre que contaba una anécdota muy chocante, que era que a su hijo en el colegio le habían dicho que su padre era un mafioso. O sea, la abuela de un amigo de su hijo le había dicho que su padre era un mafioso.

Es un poco triste, esto, ¿no? ¿Estamos convirtiendo a todos los chinos en mafiosos?

Sí, hoy he leído que ha venido a España un delegado del gobierno chino para afrontar este tema para frenar un poco y estudiar como frenar esta oleada de racismo. Porque lo es. Claro, no se puede meter a todos en el mismo saco. Esto es complicado de explicarlo. A veces se dice que esto es una minoría, y eso es verdad y está claro. Pero es que además incluso el tipo que trabajaba en un almacén y estaba vendiendo mercancía sin pagar impuestos para la red de Gao Ping (o no para la red de Gao Ping), pues este tipo está haciendo lo mismo que el fontanero que viene a tu casa y no te hace la factura. O que el tío que tiene un restaurante y nunca te da el recibo. No lo estoy justificando, pero simplemente estoy diciendo que no es un mafioso o un demonio por defraudar impuestos en España. Desde luego la Ley tiene que perseguirlo, pero tenemos que entender de qué estamos hablando. No estamos hablando de alguien que mata para ganar dinero ni que lleva a punta de pistola a una red de prostitutas. Estamos hablando de otra cosa; estamos hablando de pagar menos impuestos de los que debes.

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