Este artículo es una colaboración especial de Sean Golden, director del Centro de Estudios de Investigación de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Barcelona. Una versión en catalán de este texto fue publicada por el diario Ara (traducción al español por Irene T. Carroggio).
Después de un dramático año de escándalos políticos (el caso Bo Xilai, el accidente con el Ferrari del hijo de un aliado de Hu Jintao, la desaparición inexplicada de Xi Jinping durante dos semanas) y de los retrasos imprevistos en su organización, el XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China ha elegido a su nuevo Comité Central (205 miembros, 10 mujeres), Politburó (25 miembros, 2 mujeres) y Comisión Permanente (7 miembros, todos varones).
Sabíamos que existía una fuerte lucha interna entre las facciones de los taizidang (“hijos de los príncipes”, hijos de los veteranos revolucionarios, la aristocracia o nomenklatura del Partido) y de los tuanpai (meritócratas que habían subido al poder mediante los procesos de evaluación y de selección del Partido, a partir de la Liga de la Juventud Comunista). Sabíamos que los primeros habían sido criados para asumir un poder que consideran suyo por herencia y que se habían enriquecido rápidamente gracias a sus redes de contactos con el aparato de poder, y que los segundos provenían de familias más humildes y que habían demostrado sus méritos mediante la mejora del nivel de vida de las provincias del interior del país (provincias que han de competir en condiciones de desigualdad con las de costa oriental donde solían gobernar los taizidang).
Los primeros promueven la eficacia en la liberación de la economía de mercado con el fin de generar más riqueza: la creación de una sociedad “modestamente acomodada”. Los segundos promueven la equidad en la redistribución de la riqueza generada para combatir la desigualdad social y para dotar de poder adquisitivo a los campesinos, que es una condición sine qua non para consolidar un mercado doméstico de consumo: la creación de una “sociedad armoniosa”.
Sabíamos que Xi Jinping, el nuevo número uno, es taizitang y un aliado del antiguo líder Jiang Zemin (partidario de la liberación económica), y que Li Keqiang, el nuevo número dos, es tuanpai y aliado del antiguo líder Hu Jintao (partidario de la redistribución), pero no sabíamos quién ganaría la pugna para colocar más partidarios en la cúpula del poder. A lo largo del último año el Primer Ministro saliente, Wen Jiabao, ha hecho “los 7 llamamientos para la reforma política” en discursos censurados por el mismo Partido, pero no sabíamos si el relevo en el liderazgo los reflejaría.
Ahora sabemos más. El informe político del Presidente saliente, Hu Jintao, ha sido del todo continuista y ha pretendido enfriar los llamamientos a la reforma política, reconociendo el gran peligro que representa la corrupción para la continuidad en el poder del Partido. Y se trata de eso. La prioridad primordial del Partido es mantenerse en el poder. Su segunda prioridad es modernizar el país y mejorar el nivel de vida del pueblo. La primera prioridad frena cualquier intento de introducción de cambios importantes en la manera de gobernar el país. La estabilidad y el control que garantiza y ejerce el Partido promueven la segunda prioridad.
Se ha renovado la mitad del Comité central. Entran en el poder los hong er’dai, la “segunda generación de rojos”, la generación de los guardias rojos. Entre estos encontramos a los guan er’dai (“segunda generación/hijos de cuadros del Partido”) y a los fu er’dai (“segunda generación/hijos de los ricos”). Se ha reducido el número de miembros del Comité Permanente de 9 a 7 (5 de los cuales son taizitang), una victoria para la facción de Xi Jinping. Xi Jinping ha sido nombrado inmediatamente Presidente de la Comisión Militar, la auténtica fuente del poder (parecía que Hu Jintao mantendría este cargo durante un par de años más). El próximo mes de marzo, Xi asumirá la presidencia del Estado, consolidando los tres pilares del poder (Partido, Estado, Ejército) bajo su control. Por tanto, parece más claro quién va ganando la pugna del poder. El discurso y el estilo de Xi son más frescos y más populares que los de Hu Jintao. Ha destacado un elemento que podría indicar su disposición a abrir un poco más la puerta de la reforma política: ha dicho que los cuadros del Partido y las autoridades han de “tomar el pulso del pueblo y eliminar las trabas burocráticas”, una posible referencia a la liberalización de la organización de asociaciones de la sociedad civil, pero ha dicho también que “para forjar hierro, es preciso ser fuerte”. Un puño de hierro en un guante de terciopelo. La cara humana del Partido. El tiempo lo dirá.
Lo interesante es que esta comparacion es algo antigua, de 1949-51. Quiere decir eso que no han cambiado mucho? que son los mismos perros con distintos collares?