A estas alturas ya te habrás enterado del escándalo en torno a las riquezas de la familia del primer ministro chino Wen Jiabao destapadas la semana pasada por The New York Times en un largo reportaje de amplia repercusión internacional. El tema ha producido acalorados debates en Facebook, en el blog de Chinochano y por email, así que apuntaré aquí brevemente algunas ideas que me parecen interesantes:
1 – El hecho de que la familia de Wen Jiabao, y especialmente su mujer, se habían enriquecido en los últimos años era un secreto a voces que circulaba desde hace años por los círculos políticos, económicos y periodísticos de Pekín. El valor más grande del reportaje de The New York Times, sin embargo, se encuentra en poder demostrar ese enriquecimiento y en contar con todo lujo de detalles cómo se produjo el proceso y quiénes son los actores principales. De alguna forma, el diario estadounidense ha convertido un hecho abstracto, que circulaba de boca en boca, mitad como rumor mitad como noticia, en un detallado relato sobre los negocios de la familia de Wen Jiabao. No sólo eso, sino que ha dado la cifra exacta de esa riqueza: 2.700 millones de dólares. Se mire por donde se mire, se trata de un espectacular reportaje periodístico.
2 – A pesar de la lógica presión mediática que hemos vivido estos días en torno a Wen Jiabao, lo cierto es que se podrían escribir reportajes similares sobre prácticamente cualquier miembro del Politburó del Partido. Hace años que se habla de la forma en la que los grandes líderes chinos se han repartido distintos sectores de la economía del país. Como explica Richard McGregor en su libro El Partido, es vox populi que Li Peng y sus hijos controlan el sector de la energía, el ex primer ministro Zhu Rongji y sus familiares el financiero, Jiang Zemin el mundo tecnológico, Zhou Yongkang el sector del petróleo y Jia Qinglin el inmobiliario (especialmente en Pekín). En uno de los cables hechos públicos por Wikileaks, se habla del liderazgo chino como una gran empresa en la que cada uno de los accionistas intenta defender sus intereses. A la lista anterior se añade que Chen Yun controla parte del sector bancario, mientras que el cuñado del presidente Hu Jintao estaría involucrado en la empresa de Internet Sina y su hijo Hu Haifeng al frente de la poderosa empresa tecnológica Qing Hua.
3 – Debido a lo anterior, la minuciosa descripción de The New York Times no es sólo un ataque contra la persona de Wen Jiabao, sino contra toda la cúpula del Partido Comunista, y en general contra un sistema donde los más poderosos tienen que rendir pocas cuentas. Si se ha enriquecido la familia de Wen Jiabao, uno de los políticos más carismáticos del país, ¿quién está libre de pecado? El reportaje de The New York Times acaba también con la fantasía, muy extendida entre la población china, de que sólo los cuadros locales abusan de su poder y aprovechan su posición para enriquecerse. Una vez más, todos éramos conscientes de esto, pero el artículo del periodista David Barboza lo ha demostrado con todo lujo de detalles.
4 – En un primer momento, y a tan sólo unos días para la celebración del XVIII Congreso del Partido Comunista, hubo mucha especulación sobre la posibilidad de que una “garganta profunda” dentro del PCCh hubiera podido revelar todos estos datos al diario estadounidense. De esta forma, The New York Times podría haber caído en una trampa a manos de los conservadores, encantados de vengarse de la caída de Bo Xilai atacando al reformista Wen Jiabao. El periodista responsable de la investigación, David Barboza, ha explicado sin embargo que no obtuvo ayuda de ningún cuadro del Partido y que su reportaje es fruto de una paciente investigación basada en documentos públicos de empresas.
5 – De una forma o de otra, lo cierto es que The New York Times ha dado un duro golpe a una de las personalidades más reformistas del gobierno chino, Wen Jiabao, conocido por sus ideas reformistas y democráticas (al menos según los estándares del PPCh). Se podrá decir mucho sobre sus dotes de actor, pero Wen Jiabao siempre ha estado relacionado con el ala más liberal del Partido (asociado a Zhao Ziyang y mostrando su apoyo a los manifestantes de 1989 en Tiananmen), defendiendo recientemente la figura de Hu Yaobang (otro reformista cuya muerte marcó el comienzo de las manifestaciones estudiantiles de 1989) y hablando abiertamente de democracia en una cadena extranjera como la CNN. No deja de ser curioso que uno de los medios más liberales de Estados Unidos como The New York Times haya dado un golpe tan duro a uno de los pocos políticos chinos con los que podría sentirse ligeramente identificado.
6 – A pesar del enorme impacto internacional que ha tenido la información de The New York Times, la censura ha sido enormemente efectiva en China. La página del diario estadounidense, tanto su versión en inglés como su versión china, fueron bloqueadas en muy poco tiempo. Las redes sociales evitaron cualquier mención del tema y ni los portales de noticias ni los medios de comunicación se han atrevido a hacer mención del asunto. El largo artículo ha circulado básicamente por email, gracias sobre todo a amigos extranjeros o a chinos que viven fuera del país, pero la inmensa mayoría de la población no se ha enterado de la riqueza que acumula la familia del primer ministro. No conviene perder de vista este punto cuando hablamos tan frecuentemente de la revolución tecnológica en China, porque cuando hay un tema realmente grave como este, la censura puede ser increíblemente efectiva.
7 – Para acabar, no estaría de más reflexionar sobre el gran trabajo de investigación del periodista David Barboza, que prácticamente él solo, con paciencia y el apoyo de su medio de comunicación, ha conseguido publicar una historia larga y detallada sobre la familia de uno de los principales dirigentes chinos de los últimos años. Es frecuente encontrarse con muchos periodistas extranjeros muy pesimistas en China y que se quejan (con razón) de las dificultades para acceder a las fuentes oficiales en este país. David Barboza nos ha demostrado (a todos) que en China también se puede hacer periodismo de investigación (y de calidad) al más alto nivel.
Interesantísimo Daniel. Gracias por el artículo