Maialen Marín Lacarta: “Las traducciones de Mo Yan al español no destacan por su calidad”

por | Oct 30, 2012 | Cultura china

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A pesar de que cada vez contamos con más literatura contemporánea china en español, abundan las traducciones indirectas y la simplificación y politización a la hora de hablar de los grandes escritores chinos.

La traductora e investigadora Maialen Marín Lacarta Maialen Marín Lacarta lleva cuatro años estudiando la forma en la que se recibe la literatura china en España, especialmente en el caso de Mo Yan, el escritor chino premiado este año con el Nobel de Literatura. Licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Maialen Marín Lacarta ha realizado estudios chinos en Sheffield, Burdeos y Pekín, y recientemente ha presentado en la UAB y en el Institut National des Langues et Civilisations Orientales (INALCO) de París su tesis titulada “Mediación, recepción y marginalidad: las traducciones de literatura china moderna y contemporánea en España” (aquí en pdf). Hablamos con ella por teléfono para conocer más sobre cómo se han realizado las traducciones de Mo Yan al español y sobre qué tipo de literatura china nos llega a España.

Después del Premio Nobel, muchos se estarán ahora preguntando por la obra de Mo Yan. ¿Con qué traducciones al español contamos de este escritor chino?

Contamos con siete traducciones de novelas de Mo Yan, que son: Sorgo Rojo, Las baladas del ajo, La vida y la muerte me están desgastando, Grandes pechos amplias caderas, La República del vino, Shifu harías cualquier cosa por divertirte y Rana.

Lo que es llamativo de estas traducciones es que prácticamente todas ellas han sido realizadas de manera indirecta a partir del inglés y no del chino. La única excepción es Rana, que ha sido traducida por un traductor chino, de lengua materna china, directamente del chino al castellano. Otro aspecto llamativo es que todas, menos Sorgo Rojo, han sido publicadas por la misma editorial, Kailas, y esto es algo que no es muy común, porque normalmente las editoriales españolas suelen publicar uno o dos títulos de literatura china, muchas veces de autores distintos y no suelen invertir sus esfuerzos de una manera tan evidente en un solo autor.

¿Y en cuánto a la calidad de esas traducciones?

En general podemos decir que las traducciones no destacan por su calidad debido a distintos factores. Hay que tener en cuenta que todas ellas han sido realizadas a partir de la traducción inglesa de Howard Goldblatt, por lo tanto han sido realizadas por traductores del inglés y al menos en la mitad de los casos por traductores que no tenían experiencia en traducción de literatura.

Efectivamente, en tu tesis hablas mucho de la mediación anglosajona y francesa en la traducción de literatura china y también en el caso de Mo Yan. ¿Qué implica y qué consecuencias tiene en las versiones en español?

Las traducciones de Mo Yan al inglés tienen una característica clave que se traslada en parte a la traducción castellana. Para entenderlo hay que tener en cuenta el editing que se realiza en las traducciones. Con editing lo que quiero decir es que se modifica el original, a veces de forma más contundente y a veces de forma más sutil, pero en todo caso se abrevian partes, se cambia el orden de algún pasaje, a veces se añade algún detalle, pero sobre todo se omiten detalles… y todo esto se hace con la autorización del autor. Esta es la manera en la que trabaja Howard Goldblatt con sus editores.

En definitiva, lo que ocurre es que el traductor español parte ya de una versión alterada del original, filtrada y enfocada, en principio, al público anglófono. Así es como se justifica a menudo el editing. Si a esto le añadimos que en algunos casos, no siempre, la selección del traductor ha sido realizada un poco al tuntún y sin el rigor que debería aplicarse, en la traducción española nos encontramos con las modificaciones que se han operado en la inglesa y además con errores que añade el traductor español, a veces por falta de conocimiento de la cultura china, pero muchas veces también por falta de capacidad o habilidad traductora.

Otra cosa que llama mucho la atención en tu investigación es la abundancia de traducciones indirectas camufladas, que como tú explicas consiste en que en la información que se ofrece del libro no se indica que estamos ante una traducción indirecta. Es como que si se intentara esconder la realidad de esa traducción y engañar al lector… Esto es bastante chapuza, ¿no?

La proliferación de traducciones indirectas camufladas es algo vergonzoso y denunciable. Más de la mitad de las traducciones indirectas de literatura china contemporánea que se publican a partir de 2001 son camufladas. La forma más común de camuflar este fenómeno es indicar en la página de créditos el título original chino y después el traductor español. De esta manera se omite el título del texto mediador, en inglés o en francés, que ha sido en realidad el texto de partida, y se omite también el traductor que ha realizado esta primera traducción. Esto hace además que después, en la base de datos del ISBN o incluso en catálogos de bibliotecas, se ofrezcan datos incorrectos y se indique que se trata de traducciones directas; o incluso que el propio periodista o crítico literario da por hecho que se trata de una traducción directa sin plantearse que ha habido un texto intermedio.

¿Crees que la concesión del Premio Nobel nos va a traer una mejora en las traducciones y un mayor rigor, o sencillamente va a provocar lo contrario, una mayor velocidad a la hora de hacer las traducciones para aprovechar el “efecto Nobel”?

Creo que va a haber una combinación de ambos fenómenos. Sé que ahora mismo hay dos editoriales que han encargado dos traducciones de una misma novela, una al catalán y otra al castellano, y que en ambos casos los traductores son traductores de chino especialistas en literatura. Y esa es una gran noticia. Va a haber dos traducciones, una al catalán y otra al castellano, y ambas van a ser directas. A parte de esto, no me extrañaría que fuera a haber también traducciones a cuatro manos, que se publiquen a toda prisa, indirectas, indirectas camufladas… todo esto es muy probable. Pensar que el hecho de que le den el Nobel a alguien va a significar que haya más rigor en las traducciones es una teoría que es estupenda pero que se desmorona en cuanto miras el caso de Gao Xingjian.

¿Qué pasó con Gao Xinjian, el Nobel de Literatura de 2000?

De hecho, el sinólogo Manel Ollé escribió un artículo explicando lo que pasó con la traducción de “La montaña del alma”. Con este libro, la editorial quería publicarla muy rápidamente, y entonces se la pasaron a varios traductores de chino, que algunos incluso empezaron pero que la tuvieron que dejar porque los plazos eran imposibles. Es una novela muy larga, muy densa… y al final, si me acuerdo bien, es una traducción indirecta camuflada (porque la traducción es del francés pero parece como si fuera del chino) y la tradujeron entre dos traductores del francés. Y esto es algo que se escondió y que gente como Manel Ollé ha denunciado.

Una de las claves en este tema es la total desconexión entre el mundo académico y el editorial. Para traducir las obras de Mo Yan, por ejemplo, no se ha acudido nunca a los especialistas en chino. Al mirar a los traductores, y comparándalo con el traductor al inglés, Howard Goldblatt, el contraste en la formación y experiencia es increíble. ¿Cuál es la formación de los traductores de Mo Yan?

Como decía, en el caso de Mo Yan siempre se ha acudido a traductores del inglés. Esto es algo que hacen muchas editoriales y a menudo los dos factores imperantes suelen ser el económico y el temporal. Una traducción del inglés es más rápida y más barata que una traducción del chino. También hay que tener en cuenta que no hay muchos traductores de chino, pero creo que los factores principales son estos dos, el económico y el temporal.

En cuanto a la formación de los traductores de Mo Yan al castellano, dos de ellos destacan por su experiencia como traductores de literatura en inglés, Ana Poljak y Mariano Peyrou (y basta con irse a la base de datos del ISBN para ver todos los años que llevan traduciendo y todas las obras que han publicado) y uno de ellos es un traductor menos experimentado en traducción literaria o incluso podemos decir que ha traducido una novela por primera vez al traducir a Mo Yan, como es el caso de Carlos Ossés. Yo creo que es responsabilidad de la editorial escoger a traductores adecuados para la traducción de estas obras y el currículum de algunos de estos traductores, o no sólo el currículum, sino el propio análisis de las traducciones, nos demuestra que quizá no se ha aplicado el rigor necesario.

¿De verdad vamos tan retrasados en comparación con EE.UU. o Francia?

Yo creo que sí, vamos muy por detrás en el rigor y la profesionalidad en comparación con EE.UU. y Francia. Por ejemplo, en Francia, hay editoriales y colecciones especializadas en literatura china que cuentan con directores de colección especialistas en literatura china. Los correctores de las traducciones son también conocedores del chino. Que son en mi opinión dos figuras básicas, además del traductor, para una difusión rigurosa de la literatura china. Que los implicados en el proceso conozcan la obra y la lengua de partida para poder difundir y dar a los periodistas también datos rigurosos sobre las obras que quieren difundir y no datos que les llegan a través de un agente americano en la Feria de Frankfurt, por poner un ejemplo, sin tener ninguna otra referencia al respecto. Creo que en España, las editoriales deberían contar con especialistas de literatura china en el momento en que se interesan y quieren publicar una obra de esta literatura. Creo que debería ser el punto de partida. Se debería contar con especialistas no sólo a la hora de traducir la obra sino también a la hora de elaborar notas de prensa, por ejemplo.

Una de las cosas que se desprende de tu tesis es que a las editoriales parece ser que no les merece la pena invertir tiempo y dinero en hacer traducciones directas. El caso de Mo Yan sería solo uno de ellos. La idea parece ser hacerlo lo más rápido posible y ahorrando el mayor dinero, lo que repercute en la calidad de esas traducciones.

Sí, lo que suele pasar es que hay muchas editoriales que acuden directamente a traductores del inglés o del francés sin planteárselo y otras en cambio acuden a traductores de chino y se encuentran con que a veces están demasiado ocupados, les lleva más tiempo del que a la editorial les gustaría o la editorial impone tarifas y plazos que para el traductor no son realizables. Igual quieren pagar lo mismo que pagarían por una traducción del inglés, o quieren que se traduzca en tres meses una novela que es imposible de traducir en ese plazo. Entonces es cuando finalmente acaban recurriendo a la traducción indirecta. Y, bueno, en otros casos se publican traducciones directas también.

Imagino que habrá gente que no entienda muy bien la diferencia de tiempo-dinero entre traducir desde el inglés o hacerlo desde el chino.

Lo que ocurre también es que la mayoría de los traductores de chino tienen otra profesión, que la mayoría de las veces suele ser profesor de universidad o investigador. Entonces, hay que tener en cuenta que la mayoría de las veces combinan la profesión de la traducción con otra profesión, y eso también afecta al plazo y al tiempo del que disponen para realizar la traducción. Después, en cuanto a tarifas, en la tesis doy algunas cifras. Si en inglés suele ser de 12 euros la página (aunque hay distintos formatos y depende de la editorial), en la traducción del chino el mínimo suelen ser de 18 ó 20 euros.

Muchas de estas malas prácticas de las editoriales se producen también en otros ámbitos, pero en el de la literatura china parece ser que están más extendidas. ¿Por qué crees que pasa esto?

Este es otro de los hilos conductores de mi investigación, que es la posición marginal de la literatura china. Hay ciertas prácticas que existen en todos los contextos, pero con la literatura china pasa todavía más. ¿Por qué ocurre? Porque todavía tenemos que aprender mucho y porque hay muchas cosas que hay que cambiar.

Al final, esto refleja también la situación del sistema literario mundial. Por un lado, tenemos el hecho de que la literatura china sea recibida de manera parcial y sesgada (con ese ejemplo de las traducciones indirectas), lo que refleja muy claramente esa posición marginal de la literatura china. Por otro lado, el hecho de que el filtro anglófono y francófono desempeñe un papel tan importante refleja la posición dominante de estos sistemas literarios en el panorama mundial. Y, finalmente, esta recepción sesgada y la frecuencia de la traducción indirecta en España son también síntomas del retraso del sistema literario hispano, al fin y al cabo, de esa “cutrez” de la que hablabas antes.

¿Qué nos llega de la literatura contemporánea china a España? ¿Y bajo qué claves, puntos de vista, se nos presentan estas obras literarias?

Hay que tener en cuenta que lo que nos llega de la literatura contemporánea china a España es principalmente lo que se publica en inglés y en francés. Esto ocurre porque los editores suelen conocer estas obras a través de agentes literarios que les recomiendan la lectura de la traducción inglesa o francesa y a menudo también les ofrecen datos sobre el éxito de las publicaciones en estas lenguas. Creo que las claves recurrentes en la presentación de estas obras son varias que, por desgracia, se limitan a una mirada sesgada de esta literatura. Creo que lo que leemos estos días en la prensa sobre Mo Yan también es coherente con esta mirada sesgada y con estas claves que se repiten y que son limitadas.

Una de estas claves sería la censura. Parece ser que el hecho de que en la faja o en la cubierta del libro se diga “prohibido en China” es considerado como un atractivo. Esto hace por un lado que se simplifique el fenómeno de la censura en China (que es mucho más complejo) y que se califique de autores prohibidos a escritores cuyas obras se han prohibido temporalmente para luego volverlas a publicar, por ejemplo. Además, y esto es lo que más me llama la atención, muchas veces se toma la censura como argumento para defender la calidad o el atractivo de una obra.

Otra de las claves es el exilio, que también está unido al concepto de censura. Es un fenómeno que también se simplifica y se califican de disidentes y exiliados a todos los autores de la diáspora. Esto es algo que ocurrió con Gao Xingjian, por ejemplo. Además, a menudo se considera un criterio de calidad para una obra literaria, algo que en mi opinión no tienen ningún sentido.

Otra característica destacable del tipo de obras que se traducen y sobre todo de la manera en que se presentan al lector es que se insiste en el valor documental de las obras. Es decir, se insiste en que el lector va a aprender sobre China y sobre cómo son los chinos. Además, se suele subrayar el aspecto exótico y radicalmente diferente y opuesto al nuestro, lo que da pie a estereotipos, generalizaciones y simplificaciones de todo tipo y que se repiten. Como el hecho de decir, por ejemplo, que el chino es un idioma indescifrable o que los chinos cuentan con una historia milenaria e inmutable. Estos estereotipos aparecen en los medios de comunicación y a veces incluso en las sinopsis de las cubiertas.

Como tú dices, en la recepción de la literatura china inciden muchos actores, y uno de ellos son los medios de comunicación, que muchas veces toman las ideas y conceptos de las editoriales directamente o de los medios extranjeros.

Así es. Los artículos, reseñas y entrevistas sobre literatura china que se publican en la prensa española suelen centrarse en los reclamos que mencionaba en la pregunta anterior, por lo que perpetúan una imagen homogeneizada y reducida de la literatura china. Creo que uno de los problemas en este caso es, una vez más, el hecho de que rara vez se acude a especialistas de literatura china. El análisis de la recepción de la obra de Mo Yan que he llevado a cabo en mi tesis demuestra que hay una importante falta de comunicación, otra vez, entre expertos y traductores de literatura china que producen textos más o menos académicos y los periodistas y críticos que escriben artículos sobre literatura china.

Por otro lado, no hace falta ser especialista de una literatura para hacer una buena reseña, y la información que el editor distribuye a los periodistas sobre la obra es esencial en este sentido. Así que los medios de comunicación son responsables en la difusión de la literatura china, pero son también los editores y los departamentos de prensa de las editoriales las que tienen el poder de deshomogeneizar la información que nos llega a través de los medios. Por eso creo que es importante que las editoriales cuenten con la colaboración de especialistas, no sólo traductores, sino personas que les ayudan a seleccionar obras, a elaborar las sinopsis de la cubiertas, etc…

El galardón a Mo Yan de este año es el primer Nobel que ha recibido un chino (antes teníamos al Dalai Lama, Liu Xiaobo y Gao Xinjiang) que en principio no era polémico ni político. ¿Podría ser una buena oportunidad para centrarnos solamente en la literatura china y evitar politizaciones?

Sí, el comunicado es neutro, en principio es literario. No hay polémica relacionada con aspectos políticos. Ahora, yo todo lo que he leído últimamente y todas las discusiones que han surgido sobre si Mo Yan es parte del régimen o no es parte del régimen… todo gira en torno a cuestiones no literarias. No todo, menos mal, pero muchas veces sí.

Otras de las cosas que da que pensar es la responsabilidad del público en todo esto. Por las cifras que das de ventas de Mo Yan, sus novelas vendían en torno a 2.000 – 3.000 ejemplares. Me pregunto hasta qué punto no es culpa de los lectores, que ni se quejan ni se fijan en las traducciones… si hubiera más gente que comprara literatura china de calidad, las editoriales se verían en la obligación de ofrecer buenas traducciones directas.

Para empezar, creo que esas cifras son una tirada normal para una novela publicada en España, no es algo excesivamente escaso.

En esta cuestión estamos implicados todos, todos necesitamos tener una consciencia más rigurosa con las traducciones. El primero es el editor, que es el responsable de decidir cómo se va a publicar y cómo se va a traducir. Que el público sea más exigente, claro, pero si no está informado… en ninguna de las reseñas, en ninguna crítica se dice que sean traducciones indirectas… no se puede tampoco pedir al público que exija algo de lo que ni siquiera es consciente.

Estamos teniendo un tono muy pesimista, pero es cierto que en España contamos también con grandes traductores y especialistas del chino que han realizado un gran trabajo en las últimas décadas, como Iñaki Preciado, Taciana Fisac, Dolores Folch, Laureano Ramírez, Sara Rovira, Carles Prado, Alicia Relinque, Gabriel García-Noblejas, Anne-Helénè Suárez… ¿Hay lugar para la esperanza?

Sí, y a parte de los traductores que citas, hay otros que están empezando ahora.

Yo creo que sí que hay lugar para la esperanza. No sólo en la difusión de la literatura china, sino que en general hay tantos aspectos por mejorar en la difusión de conocimientos sobre China que basta con que haya iniciativas por parte de gente preparada y con ganas de mejorar la situación para que haya esperanza. Por otro lado, en el caso de la recepción de la literatura china, soy consciente de que es muy difícil cambiar y luchar contra las dinámicas del mercado. Las cifras aplastantes del aumento de las traducciones indirectas en los últimos años, por ejemplo, son datos que son muy difíciles de cambiar.

En el ámbito de los medios de comunicación, que tú conoces mejor que yo, ya ves que iniciativas como la tuya pueden cambiar poco a poco algunos aspectos. Esperemos que gracias a los granitos de arena que aportan iniciativas como la tuya podamos huir de la homogeneización de la información. Quizá no se modifiquen las dinámicas imperantes, pero sí que se puede diversificar y heterogeneizar el paisaje o el horizonte. Para mí, mi tesis aporta un granito de arena al denunciar ciertas prácticas que deben evitarse y ahora me toca traducir a mí también y ver si puedo aportar mi granito de arena. También, hablando de esperanza, sé que está en proceso la creación de una editorial y una colección de una editorial de literatura china moderna y contemporánea.

Una cuestión que me he preguntado mientras leía tu tesis es la visión contraria, es decir, la forma en que desde China se recibe la literatura en español. ¿Cómo la reciben los chinos? ¿Se producen fenómenos similares a los que hemos estado debatiendo?

La verdad es que no conozco bien la forma en que se recibe la literatura española en China. Lo que sí puedo afirmar es que la práctica de la traducción indirecta es muy común y ha sido muy común en la historia de la traducción de diversas literaturas y se sigue practicando hoy en día.

Correción: Este artículo ha sufrido una correción desde su primera publicación, cuando se indicaba erróneamente que Cora Tiedra, otra de las traductoras de Mo Yan, había realizado una traducción literaria por primera vez con este autor chino.

Más

• Tesis de Maialen Marín Lacarta: “Mediación, recepción y marginalidad: las traducciones de literatura china moderna y contemporánea en España” (en pdf). El documento en pdf es un poco pesado: si tienes problemas para descargarlo, prueba pulsando en el botón derecho del ratón y “guardar como”.

• ZaiChina: Todo lo que hemos escrito sobre Mo Yan.

Daniel Méndez
Daniel Méndez es el autor del libro "136: el plan de China en América Latina", publicado en 2019 y que explica en profundidad las crecientes relaciones políticas y económicas entre el gigante asiático y el continente americano. En 2010 creó la página web ZaiChina. Es Licenciado en Periodismo y Estudios de Asia Oriental. Colaboró desde Pekín con varios medios de comunicación (entre ellos El Confidencial, Radio Francia Internacional, El Tiempo y EsGlobal) y es el autor del libro "Universitario en China. Así son los futuros líderes del país". [Más artículos de Daniel Méndez]

3 Comentarios

  1. Jesús Sayols

    Felicitats, Maialen!

  2. Jose García

    Interesante entrevista.

  3. Antonio

    ¡Cuánta verdad!
    Con las traducciones del ruso pasa tres cuartos de lo mismo. Además de emplear grafías de nombres anglófonas o francófonas en vez de españolas, hay algunas ediciones publicadas de Ana Karénina, por poner un ejemplo, que dan vergüenza ajena y parecen más bien un panfleto de barrio, usando un lenguaje de barra de bar, desvirtuando completamente el original de Tolstói.

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