Amnistía Internacional alerta sobre aumento de desalojos violentos en China

por | Oct 16, 2012 | Política china, Sociedad china

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El mismo día en que un grupo de caballeros escandinavos concedía el Nobel de Literatura al escritor chino Mo Yan, Amnistía Internacional daba a conocer un extenso informe (pdf en inglés) en el que denuncia la creciente ola de violentos desalojos de hogares por parte de gobiernos provinciales que actúan en connivencia con las mafias de la construcción y alerta sobre el creciente malestar que esta denigrante actividad está generando en la población.

Desde que China salió del oscurantismo maoísta y retomó la senda del crecimiento económico, su medio de generar valor ha sido a través del “outsourcing”. Es decir: ofreciendo su territorio, su mano de obra y sus recursos naturales para que las multinacionales fabriquen en China y exporten al resto del mundo. De esta manera, el gobierno ofrecía puestos de trabajo y el Estado creció con el cobro de impuestos y las inversiones extranjeras. Este capital le permitió al Estado promover sus propias empresas multinacionales, algunas de las cuales ya figuran entre las más importantes del mundo, y elevó el Producto Interior Bruto (PIB) de China hasta el segundo puesto mundial.

Pero otra de las formas en que la actividad económica eleva el PBI es a través de la construcción. Y aproximadamente la mitad del acero y el cemento mundial se consumen en China. Algunos economistas sostienen que esta actividad aporta un tercio del crecimiento del PBI en el país del centro.

En los países capitalistas se entiende que el Estado construye infraestructura pública y de la vivienda se encarga la iniciativa privada. En los países comunistas, donde no hay iniciativa privada, el Estado se encarga de la vivienda para “su pueblo”. China es aún un estado socialista -a pesar de que actualmente aplica una política económica neoliberal- en el cual no debería existir la propiedad privada. Sin embargo, en 2007 la Asamblea Popular Nacional creó una ley estableciendo el derecho a la propiedad privada; aunque se cuidó muy bien de no incluir a la tierra en esta ley. Esto es lo que el gobierno llama “socialismo con características chinas”.

La Asamblea Popular Nacional está compuesta en gran parte por funcionarios provinciales y gran parte de los ingresos de las provincias –y de los funcionarios- proviene del “negocio de la tierra”, que consiste en echar a los habitantes de antiguas viviendas para derribarlas y entregar el terreno a los inversores inmobiliarios. Estos inversores pagan impuestos y generan puestos de trabajo y consumo. Además, claro está, de los regalos que reciben los funcionarios, en especias o en millones de dólares. Este es un negocio sumamente lucrativo: solo pensemos en que el actual proceso de urbanización que vive China no tiene parangón en la historia de la humanidad. Las torres crecen como hongos en las decenas de grandes ciudades chinas. Algunas de ellas lucen completamente vacías.

No se trata de un invento chino. Está claro que el negocio de la vivienda es uno de los más lucrativos del mundo y donde la ilegalidad y la estafa al pueblo están siempre presentes. Basta con observar lo que sucedió en Estados Unidos en 2008, o en España el año pasado.

Lo que señala Amnistía Internacional es que a partir de 2008, y debido al inmenso paquete de estímulos financieros que lanzó el gobierno central, han aumentado considerablemente los casos de desalojos violentos que incluyen golpizas, extorsiones, esterilizaciones, detenciones, asesinatos e inmolaciones. Como si esto fuera poco, aquellos que recurren a la tradicional garantía china de reclamar ante el poder central en caso de ser ignorados por los poderes provinciales pueden terminar detenidos en cárceles ilegales o en campos de reeducación por el trabajo (otra de las formas ilegales en que el gobierno chino hizo crecer el PBI, especialmente en la década del 60).

A través de bancos estatales, el gobierno central chino facilitó capital a manos llenas. Los gobiernos locales se endeudaron. Nadie esperaba una recaída de la crisis occidental en Europa, el principal socio comercial de China. Ahora los gobiernos locales deben pagar los préstamos y su mayor fuente de financiación es la “venta de tierras” (en realidad se trata de usufructo, ya que aún no está legislada la tenencia privada de la tierra). Esto ha provocado que en los últimos dos años se hayan acelerado los desalojos, muchas veces violentos.

Amnistía Internacional dice que

“esto ha resultado en muertes, golpizas, acosos y la prisión de residentes que han sido echados de sus casas en el campo y en la ciudad. Algunos cayeron en tal desesperación que se prendieron fuego a sí mismos. De todas maneras, el gobierno del Partido Comunista continúa promoviendo funcionarios locales que buscan el crecimiento económico a cualquier precio, ya sea a través de nuevos caminos, fábricas o complejos residenciales”.

Una noticia de finance.sina.cn , reseñada por sinocism.com, dice que el nivel de ventas de tierras en Pekín en el mes de septiembre superó al de los ocho meses anteriores juntos. Solo el mes pasado, el gobierno municipal recibió más de 4.000 millones de dólares por este concepto. Esto parece indicar que la situación sobre la que alerta Amnistía Internacional, tiende a crecer exponencialmente. De hecho, hace unos días, algunos medios informaron que la Municipalidad de Pekín decidió suspender la venta de diez terrenos debido al preocupante aumento de los precios.

Las autoridades financieras nacionales se encuentran actualmente en el dilema de estimular el crecimiento o combatir la inflación. A fines del año pasado decidieron tomar medidas para contener la especulación inmobiliaria, y ello llevó a una tremenda crisis de la industria siderúrgica (Baosteel –la más grande del sector- cerró su planta en Shanghai hace tan sólo unos días). El gobierno volvió entonces al recurso de los estímulos financieros para mantener la actividad industrial, con lo que por un lado aumentará la inflación y por otro aumentarán los desalojos y el descontento social en China.

Al igual que la Reserva Federal en Estados Unidos y el Banco Central Europeo, las autoridades económicas chinas parecen estar dando palos de ciego y aumentando el descontento y la ira de la gente.

Más

• Es la tierra, estúpido / Sin demoliciones forzosas no habría una nueva China

Yuri Doudchitzky

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