En un mes de septiembre dominado por las propuestas de Hollywood, China ha estrenado “El valle del ciervo blanco” (White deer plain / 白鹿原) la adaptación de un bestseller que ha vendido más de 2 millones de copias desde que se publicó por primera vez en 1993. El visto bueno de la Administración Estatal de Radio, Cine y Televisión (SARFT), necesario para poder estrenar una película en China y hacerlo en el extranjero de forma oficial, fue toda una sorpresa, ya que en su día la novela escrita por Chen Zhongshi fue catalogada como “demasiado sexual y violenta para ser filmada”. Esto no desanimó a directores de la talla de Zhang Yimou o Chen Kaige, que trataron de llevar la novela, ganadora del premio literario Mao Dun (uno de los más importantes a nivel editorial) a la gran pantalla. Finalmente, el encargado de “filmar lo infilmable” ha sido Wang Quan´an, director de la aplaudida y premiada “La Boda de Tuya”, con Duan Yihong y Zhang Yuqi como principales protagonistas.
La película cuenta la historia de dos familias, los Bai (blanco) y los Lu (ciervo), entre los años 1910 y 1936. A través de las constantes revoluciones e inestables cambios de poder que se sucedieron en China en la época, el film nos presenta el destino de la comunidad agrícola que trabaja en el fértil Valle del Ciervo Blanco. En el centro de todas las miradas está Tian Xiao´e (Zhang Yuqi), a quien conocemos al principio de la película como una concubina de un rico terrateniente. Pronto, la pasión la arrastrará a la desgracia y se trasladará a una aldea de Shaanxi, desestabilizando una tradicional comunidad agrícola que pronto se verá engullida por las luchas de poder entre republicanos, comunistas y caudillos militares.
Con una producción artística envidiable y una escenografía que en muchas ocasiones roza el hipnotismo visual, la película es sin embargo víctima de una excesiva duración que la convierte en una pieza poco recomendable para el espectador medio. Con una duración de 175 minutos, la epopeya familiar de los Bai y los Lu pasa primero de “prometedora” a “apabullante” y finalmente a “carente de interés”. La censura sufrida tampoco ayuda a la ya de por sí compleja historia. La versión internacional, previa al recorte, cuenta con 188 minutos y resultará quizá algo menos confusa en algunas secuencias, que parecen saltar de A a C sin motivo aparente.
Interpretada en el dialecto local de la provincia de Shaanxi, y con numerosas referencias históricas y detalles culturales, la película cuenta en numerosas ocasiones con la complicidad del espectador chino, aunque el espectador occidental no apreciará la buscada fidelidad y naturalidad en el guión y las actuaciones.
La película, que compitió en el Festival de Berlín de 2012, se llevó el Oso de plata a la Mejor Contribución Artística (Fotografía), a cargo de Lutz Reitemeier.
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