El polémico Bo Xilai, que aspiraba a llegar a lo más alto del Partido Comunista de China a finales de 2012, lleva de rabiosa actualidad desde febrero de este año. El último episodio ha sido su expulsión del Politburó y el Comité Central del Partido y la inculpación de su mujer en un caso de asesinato (aquí los detalles).
Ante estos acontecimientos, reproducimos a continuación (y con su permiso) unas recientes reflexiones realizadas en Eskup por Manel Ollé, coordinador del Máster de Estudios Chinos en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y uno de los sinólogos más prestigiosos de España. El tema abierto por el diario El País en su red social buscaba una respuesta a la siguiente pregunta: “La expulsión de Bo Xilai, ¿es una purga o un intento del PCCh por luchar contra la corrupción?”.
Manel Ollé, sobre el caso Bo Xilai
Los tres casos de corrupción más sonados y que han conllevado la purga (y encarcelamiento) de más alto rango político en la China postmaoísta están ligados a las luchas intestinas entre los distintos clanes de poder del Partido. En 1995 cayó el alcalde de Pekín, en 2006 el líder del partido de Shanghai y ahora en 2012 el líder del Partido en Chongqing.
A pesar del modelo de sucesión generacional consensuada en el liderazgo que estableció Deng Xiaoping, los últimos procesos sucesorios no han dejado de mostar en la superficie síntomas evidentes de las turbulencias propias de las enconadas luchas de poder dentro del Partido: en todos los casos los procesos sucesorios han venido acompañados por sonadas defenestraciones de altos cargos o líderes del Partido pertenecientes a las facciones políticas derrotadas, y en todos los casos bajo acusaciones de corrupción.
En el año 1995, cuando la salud de Deng Xiaoping presagiaba una sucesión inminente, Jiang Zemin consolidaba las redes de poder del llamado “clan de Shanghai” sometiendo al llamado “clan de Pekín” a través de la defenestración de Chen Xitong, miembro del Politburó y alcalde de Pekín, acusado de un caso de corrupción relacionado con la construcción de residencias vacacionales y acusado asimismo de mantener a una amante de apenas quince años.
La perspectiva del tiempo muestra la naturaleza política del caso al comparar el relativamente escaso monto de dinero implicado con muchos otros anteriores y posteriores. El año 2006, en el contexto de la enconada lucha de poder de los aparentemente débiles líderes de la cuarta generación (Hu Jintao y Wen Jiabao) contra la aún poderosa sombra de poder latente de Jiang Zemin y su “clan de Shanghai”, conllevó la defenestración del miembro del Politburó y líder del Partido en Shanghai, Chen Liangyu, acusado de desviar fondos. Hasta el caso actual de Bo Xilai eran los cargos de más alto rango defenestrados por acusaciones de corrupción.
En el caso de Bo Xilai, el proceso sigue abierto a nuevas sorpresas: la desaparición y rumoreada detención desde hace semanas de su amigo íntimo, Xu Ming (el multimillonario de Dalian, la ciudad donde Bo Xilai forjó su poder inicial), quien según parece financió los carísimos estudios del hijo de Bo Xilai (el principito del Ferrari rojo, Bo Guagua) en Harrow, Harvard y Oxford, hace presagiar que el caso Bo Xilai no se reduce a las acusaciones de asesinato hacia su mujer, Gu Kailai: el caso Bo Xilai puede tomar tintes también de corrupción económica…y falta ver qué sorpresas más nos deparan los dossier que puso en circulación su policía de cabecera en las expeditivas campañas anticorrupción de Chongqing.
No hay que olvidar, que al margen del folclore de las canciones rojas y la retórica presuntamente izquierdista, detrás de Bo Xilai asoma de nuevo el clan de Shanghai, la larga sombra de Jiang Zeming, explícita en el patrocinio a Bo Xilai que ha prestado desde la permanencia del Politburo del poderosísimo responsable de los aparatos de seguridad, Zhou Yongkang, viejo aliado de Jiang Zemin.
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► ZaiChina: todo lo que hemos escrito sobre Bo Xilai.
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