“Los sindicatos estamos conformes con la política laboral de Bactssa. Nuestro gremio firmó con la empresa el primer convenio colectivo de trabajo luego de 16 años y vamos a defenderla en pos de los trabajadores”.
Esto fue lo que dijo el secretario general del Sindicato Unidos Portuarios Argentinos (SUPA), Juan Corvalán, al anunciar el paro que se realiza este 7 de marzo y que paraliza por completo el comercio exterior del país, representando una pérdida millonaria que afectará –entre otras cosas- a la cotización internacional de la soja.
Corvalán añadió lo siguiente:
“No va a bajar ese día a tierra ni un solo turista ni va operar el comercio exterior. Fuimos pacientes, le dimos espacio al diálogo y los trabajadores solo recibimos incertidumbre luego de haber participado en reuniones desde junio de 2011 y tener un acta compromiso en octubre pasado del Secretario de transporte, Juan Pablo Schiavi, que nos daban todas las garantías para la continuidad de la empresa. Al momento De Vido (Ministro de Planificación) no firmó nada, a pesar de haberle solicitado personalmente reuniones y enviado notas”.
Esta es una situación insólita e inédita: un sindicato peronista (movimiento político nacionalista que gobierna desde hace 23 años el país) toma esta dura medida en defensa de la empresa Bactssa, que no es otra que la Hutchison Port Holdings de Hong Kong, que controla varios de los más importantes puertos latinoamericanos (como ya comentamos en Zaichina). En Buenos Aires, la Hutchison controla la terminal 5, la más moderna y grande del país. Pero el SUPA paralizará todos los puertos de la Argentina.
En 1994 el gobierno argentino le otorgó la concesión de la Terminal 5 a Bactssa por 18 años. El contrato vence el próximo 18 de octubre. El pliego de concesión prevé una extensión del contrato del 20% (un poco menos de dos años).
Nadie que esté en sus cabales puede suponer que el ministro de Planificación, Julio De Vido, no vaya a firmar la prórroga. Esto traería innumerables pérdidas económicas para el país, que afectarían principalmente la imagen del gobierno. Simplemente se trata de que así se maneja la política argentina. Una serie de corporaciones luchando con todas las armas de las que disponen para aumentar su propia cuota de poder.
Juan Corvalán dice que no tiene más argumentos para contener a las bases, que están preocupadas por lo que pasará a partir de octubre. Corvalán es aliado del jefe de la Confederación General de Trabajadores, Hugo Moyano, quien a su vez fue el principal aliado del gobierno durante los últimos siete años, hasta que a fines del 2011, tras la recaída en la crisis de las economías europeas, Argentina empezó a ver cómo se esfumaba su superávit comercial. Hasta ese momento todos los aumentos salariales exigidos por la CGT eran bienvenidos. Pero todo tiene un final.
Moyano pasó entonces a ser uno de los principales enemigos del gobierno. Y para Hugo, el gobierno nacional y popular “se derechizó”. Esto es parte de la pelea.
La otra parte es la que compete a la Hutchison. No está claro qué pretende el gobierno de la empresa china. Uno de sus directivos le dijo al diario La Nación que “así como está, el puerto no puede seguir. Necesita más inversiones para adaptarse al tamaño actual de los buques. Las inversiones son fuertes y requieren plazos largos de amortización”. “Por esa razón se presentó un plan de inversiones por 250 millones de dólares”. Lo que no explicaron en ningún momento es por qué les llevó 18 años darse cuenta de esa realidad.
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Horas antes de que el paro nacional se hiciera efectivo, el ministro de Planificación Julio De Vido firmó la prórroga de la concesión por tres años a la empresa Hurchinson Port Holdings.