Durante las festividades del año nuevo chino, el periodo más rentable para las carteleras nacionales, se produjo en China un hecho sin precedentes: la recaudación cinematográfica fue dominada por las películas extranjeras. Un hecho de gran trascendencia en una economía con gran proteccionismo cultural, orgullosa de su tradición y recelosa de la influencia extranjera en el país, y que aspira pronto a convertirse en una referencia cultural en la región Asia-Pacífico.

Este revés para la industria audiovisual china no ha supuesto sin embargo una mala noticia para la recaudación cinematográfica, que a pesar de la salvaje piratería que reina en el país ha visto incrementar sus ingresos durante los siete días de fiestas del año nuevo chino en aproximadamente 70 millones de yuanes, más de diez millones de dólares. La gente ha ido más al cine, pero ha preferido ver dos películas estadounidenses antes que las 20 películas chinas estrenadas durante el periodo festivo tradicionalmente dominado por los filmes nacionales. “Sherlock Holmes 2” y “Misión Imposible 4” (dos de las tres únicas películas extranjeras en los cines de China a finales de enero) han recaudado un tercio de los ingresos totales, barriendo al resto de películas y poniendo por primera vez en entredicho las propuestas de la industria audiovisual china, una de las principales apuestas del Partido Comunista de China para el nuevo plan quinquenal.

Poca gente se ha hecho eco de esta noticia, por el simple hecho de que parece ya una tendencia global inevitable. En Europa, que cuenta con tradiciones cinematográficas tan respetadas como el cine alemán o el francés, la recaudación del cine nacional suele orbitar alrededor del 25%, con otro 70% en manos de la aparentemente imbatible industria estadounidense del entretenimiento. Pero conviene analizar un par de características del mercado audiovisual chino y su papel en el futuro de la segunda mayor economía del mundo.

En primer lugar, China ejerce un proteccionismo muy fuerte en los cines del país, y tan sólo se estrenan en sus salas dos o tres películas extranjeras al mes, frente a los cerca de 15 estrenos de películas chinas durante el mismo periodo. Como muchos imaginarán, las escasas propuestas están dominadas por el cine más comercial de Hollywood, bien sea en forma de Harry Potter, Spider-Man o Misión Imposible. Hasta el momento la audiencia nacional había respondido bien a la industria patria, con un dominio de las películas chinas no sólo en cuota de pantalla sino también en popularidad y repercusión mediática. Los argumentos e historias de las películas y series chinas reflejaban bien los miedos, esperanzas y alegrías de la población nacional. Pero parece que están dejando de hacerlo.

En 2011, las películas más vistas en China fueron Transformers 3, Kongfu Panda 2 y Piratas del Caribe 4. Gráfico elaborado por GravityGroup (vía Technode)

Una nueva generación más informada y exigente busca nuevas propuestas que el cine chino parece no poder o no querer ofrecer. Esto no sólo supondrá una importante falta de ingresos para las productoras chinas, también generará una creciente identificación y cercanía con los valores extranjeros en detrimento de los chinos. Si la industria del entretenimiento no puede recuperar su audiencia y los gustos audiovisuales acaban por ser dominados por empresas estadounidenses, como ocurre en multitud de países del mundo, se pondrá en peligro la apreciación y desarrollo de marcas comerciales, hábitos alimenticios, gustos musicales, tradiciones… todo ello de importancia vital para potenciar el consumo y mercado interno, tan necesario para el futuro crecimiento de China. Países como Japón o Corea del Sur, a pesar de tener industrias y mercados mucho más pequeños, cuentan con propuestas mucho más atrevidas e interesantes y han conseguido convertirse en exportadores de cultura, mejorando su presencia e imagen en el mundo y logrando proteger su propia identidad e industria del ocio.

La creciente distancia entre la audiencia china y las películas nacionales, a las que se acusa en su mayoría de ser estériles y poco imaginativas, comienza también a hacerse patente en la crítica internacional. El cine social chino, aplaudido hace años, se encuentra también inmerso en su particular crisis creativa (acuciada por la censura sobre determinados temas) como bien refleja su falta de presencia en los festivales internacionales. Las recientes nominaciones de los Asian Film Awards o los Hong Kong Film Awards han dejado patente la falta de interés por los estrenos chinos de 2011. Películas como “Las flores de la guerra”, de Zhang Yimou, han recibido diversas nominaciones, pero son la excepción de una industria que produce mucho pero rinde poco, y probablemente no puedan competir ante propuestas más aplaudidas como la iraní “Una Separación”.

La industria de entretenimiento es un sector esencial para una economía que quiera establecerse como un referente cultural y económico. Hoy en día no existe mejor conducto para dar a conocer y divulgar marcas comerciales, historia, patriotismo y cultura que la industria del cine y la televisión. Estados Unidos es un excelente ejemplo de ello. Las Vegas, Halloween, el baile de fin de curso, Lady Gaga, Spider-man… mucha gente conoce mejor la geografía e historia de Estados Unidos que la de su propio país. Y todo gracias al dominio norteamericano de la industria del entretenimiento mundial.

Si China quiere ampliar y consolidar su influencia económica y cultural en la escena internacional tiene que prestar mayor atención a su mercado del ocio. Es cierto que el Partido Comunista está realizando una importante apuesta por la industria audiovisual, pero esta inversión parece no estar acompañada por la aparición de productos originales y atractivos para las audiencias más jóvenes. Si se deja que las nuevas generaciones crezcan abrazando las propuestas comerciales de otro país, resultará muy difícil crear una industria audiovisual nacional fuerte con la que atraer a su mercado al resto de países, que verán más cercano y favorable a aquel al que creen conocen mejor.