El Partido Comunista de China (PCCh) tiene con frecuencia la capacidad de ofrecer algunos de los titulares más aburridos del planeta. Después de la reunión de su Comité Central entre el 15 y el 18 de octubre, la expresión que inundó telediarios, revistas y portales de Internet fue “la reforma del sistema cultural” (文化体制改革). En medio de la crisis económica en Estados Unidos y Europa y de los numerosos problemas que atraviesa China (inflación, desigualdades, vivienda…), la reunión anual entre los 350 miembros más poderosos del PCCh decía que la mayor prioridad era “profundizar en las reformas del sistema cultural y promover el gran desarrollo y prosperidad de la cultura socialista”.
¿Qué diablos quieren decir con todo este lenguaje burócratico? Si miramos un poco hacia atrás, la expresión “reforma del sistema cultural” se comenzó a utilizar en 2002-2003, justo en el último gran cambio de Gobierno en China. Como explica Yuezhi Zhao en su libro Communication in China, bajo este discurso se escondía la necesidad del Partido Comunista de mantener el control ideológico sobre los medios de comunicación y productos culturales pero al mismo tiempo avanzar en su rentabilidad y crecimiento económico.
En un artículo publicado el 24 de octubre en el semanal chino The Economic Observer (经济观察报), Chen Jibing resume el largo documento que trascendió de la reunión del Comité Central del PCCh en cuatro objetivos:
1 – Construir los valores socialistas como centro del mundo cultural
2 – Llenar las cada vez más exigentes aspiraciones de la sociedad china.
3 – Aumentar la competitividad de la industria cultural china en el mundo y su poder blando (softpower)
4 – Mejorar la calidad de las obras culturales del país.
El primer punto es una forma de dejar claro una vez más que el Partido Comunista va a seguir dominando y censurando el mundo de la cultura y la información. La importancia que el PCCh le ha dado a la cultura (donde también entran los productos informativos) podría interpretarse también como una llamada al orden a los medios de comunicación antes del cada vez más cercano cambio de Gobierno en 2012-2013.
La primera muestra de una nueva vuelta de tuerca al control informativo y cultural en China se ha manifestado de forma concreta en una nueva restricción a los programas televisivos de entretenimiento. Después de que hace algo más de un año se modificará el tono del famoso programa para encontrar pareja If you are the one y de que hace unos pocos meses se prohibiera la próxima temporada de Happy Girls, la Administración Estatal de Radio, Cine y Televisión (SARFT por sus siglas en inglés) exigirá a partir de 2012 que las 34 principales cadenas de televisión por satélite del país sólo emitan a la semana dos programas de entretenimiento de 90 minutos cada uno entre las 19:30 y las 22:00 horas. El objetivo es acabar con la supuesta vulgaridad de estos programas para potenciar los valores tradicionales y socialistas de China.
En las declaraciones de los principales líderes políticos también se ha hecho especial hincapié en la gestión y control de Internet y las redes sociales. Aunque en este sentido no se han tomado medidas concretas, son muchos los expertos que piensan que se reforzará la censura en la Red, especialmente en los servicios de microblogs como Sina Weibo. Todos estos controles, que se llevan anunciando desde el verano (muy posiblemente como respuesta al accidente de tren de Wenzhou), se producirían durante los próximos meses en voz baja y poco a poco, fuera de la atención mediática. La reunión del Comité Central del PCCh a mediados de octubre y su declaración a favor de esa “reforma cultural” podrían funcionar como una advertencia, guía y excusa para controlar medios de comunicación y redes sociales.
Así es como lo ve también el semanal Nanfang Zhoumo (Southern Weekend, 南方周末), que la semana pasada publicó una viñeta bajo el título de “Se acabó la diversión, ahora toca ir a clase”. En la imagen se puede ver como las televisiones son llamadas al orden por un señor mayor que lleva en sus manos el libro taoísta del Daodejing. El reloj marca las 7.30, el momento de máxima audiencia a partir del cual las televisiones van a sufrir las nuevas limitaciones impuestas por la SARFT.
Las nuevas normas se añaden a todas las existentes y ponen todavía más difícil a las cadenas la elaboración de sus parrillas. A pesar de que desobecerlas puede suponer multas importantes, es probable que más de una (como ya hizo Hunan Television el año pasado con Happy Girls) decida saltarse las normas con la intención de ganarse a las audiencias. Por otro lado, el nuevo control sobre los medios tradicionales seguirá acentuando la distancia entre éstos y los jóvenes urbanos de clase media, para quienes cada vez más sólo existe Internet. Con el control de las parrillas de televisión, las nuevas generaciones seguirán prefiriendo pasar más tiempo en redes sociales, fórums, series de televisión extranjeras y otras formas alternativas de entretenimiento.
Uno de los columnistas que ha criticado la decisión del Gobierno es Chen Jibing, quien en su artículo publicado el 24 de octubre en The Economic Observer piensa que la mejor forma de revitalizar la cultura china es precisamente con una mayor desregulación y un menor control por parte del Estado. Según él, en el mundo de la cultura existen actualmente dos problemas fundamentales: primero, las numerosas prohibiciones por parte del Gobierno, que hacen imposible el surgimiento de productos creativos y dificultan la labor de los medios; y segundo, la presión comercial a la que se ven expuestas las empresas, en medio de un mercado cada vez más competitivo. Su conclusión es muy clara:
“El sector de la cultura es exactamente igual que todos los demás: en los ámbitos que el Gobierno debería supervisar y gestionar, éste no es lo suficientemente enérgico; sin embargo, en los ámbitos donde no debería meterse, el Gobierno es demasiado estricto”.
La importancia ideológica
A pesar de que la ideología comunista ha dejado de liderar el destino de China, lo cierto es que el énfasis del Gobierno en esta supuesta reforma cultural nos indica que éste no piensa renunciar al dominio ideológico del país. En ocasiones hemos hablado aquí de la falta de valores de la sociedad china, su pragmatismo y su dificultad para agarrarse a ningún cuerpo ideológico. A pesar de esta realidad, también es cierto que el Gobierno sigue haciendo campañas propagandísticas que, a pesar de ser en su mayor parte retórica (“socialismo con características chinas”, “desarrollo científico”, “armonía”…), cumplen un rol importante en el entramado ideológico del Partido y sirven para legitimar muchas de sus medidas políticas y económicas.
La importancia del mundo cultural e ideológico ha sido evidente no sólo tras el Comité Central del PCCh, sino también con la respuesta que ha tenido en los medios. Uno de ellos, la revista con sede en Guangzhou Window on the South (南风窗), lo expresaba asi en uno de sus numerosos artículos sobre la cuestión:
¿Cuánto de importante es realmente la cultura? El Secretario General del Partido, Hu Jintao, respondió en profundidad a esta pregunta en el último informe del Comité Central del PCCh: “En la época actual, la cultura se ha convertido cada vez más en una importante fuente de cohesión y creatividad nacional; es cada vez más un importante factor de la fuerza total competitiva del país”.
En medio de la crisis de valores de China (y de alguna forma de todo el mundo), con una sociedad cada vez más moderna y liberal y el surgimiento de medios de comunicación alternativos, el PCCh intenta mantener a toda costa su preponderancia en el mundo de la información y la cultura. Se trata de un arma sumamente poderosa para unir a su alrededor a todos los ciudadanos del país.
Softpower
Uno de los puntos fundamentales del documento publicado tras la reunión del Comité Central hace referencia al poder blando de China. Aquí se mezclan dos objetivos que además están íntimamente relacionados: por un lado, el gigante asiático quiere mejorar su imagen en el mundo, y lo quiere hacer a través de su música, series de televisión y películas; por otro, para conseguir esto y además seguir potenciando el desarrollo económico del país, necesita de empresas fuertes que puedan ser competitivas a nivel internacional.
China considera que, a diferencia de lo que pasa con Estados Unidos, sus valores y su visión del mundo no tienen eco en los principales medios de comunicación del globo. Ni sus series de televisión ni sus películas son capaces de convertirse en éxitos internacionales, lo cual va en detrimento de su capacidad de seducción e imagen en el mundo, que muchas veces forma parte del imaginario colectivo por productos realizados en Hollywood. Es por eso, como escribe el periodista Xiao Wu (萧武) en un artículo publicado en la revista Windows on the South, que
“El ascenso de China no supone el ascenso de un país normal, sino que debe ser el ascenso de un país-civilización. La aportación de China al mundo no debe ser tan sólo de productos comerciales, sino también cultural”.
Citando al investigador Zhang Wei (张维), se dice además que, a diferencia de los tigres asiáticos (Hong-Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwán), China ha apostado por un modelo propio diferente al de Estados Unidos y Europa:
“Aunque China también ha aprendido muchas cosas de Occidente, al mismo tiempo ha mantenido sus características únicas, entre ellas su propia evolución histórica, también la acumulada con la fundación de la República Popular China. Tanto en la política y la economía como en la sociedad y la cultura, China ha mantenido su propio modelo, que no es ni mucho menos igual que el de Occidente. Es por eso que China se ha convertido en un reto para la civilización occidental”.
Fuentes
► Documento oficial del Congreso del Comité Central del Partido de 2011: 中共中央关于深化文化体制改革推动社会主义文化大发展大繁荣若干重大问题的决定
► The Economic Observer (经济观察报): 推动文化体制改革应放松管制
► China Media Project: All in favor of culture, say “Aye” / Cultural Policies raised old questions / Is high-brown culture for the masses /
► Window on the South: 中国崛起与文明复兴 / 迈入文化时代的历史转折
Me pregunto como quieren atraer al estranjero con productos "masticados" y "depurados" por el gobierno. Tienen que dejar que los ciudadanos tomen algo más de poder de decisión, en algo tan importante como es su libertad de decisión.
Me recuerda al intervencionismo español con su cine. ¿No se dan cuenta de que el cine que vende, es el que pide la población?
Interesante visión de un mercado audiovisual ferreamente complicado y controlado por su gobierno