115 mineros son rescatados tras más de una semana bajo tierra
Desde el pasado viernes, las operaciones de rescate en una mina de Shanxi se han convertido en la noticia más importante en China. El domingo 28 de marzo se produjo la inundación de una obra en la que quedaron encerradas 153 personas, una noticia que circula con indiferencia por las agencias de comunicación casi todos los meses. Cuando ya se les daba por muertos, cinco días después del accidente y sin agua ni comida, los servicios de rescate escucharon voces. El lunes por la noche, ocho días después del accidente, 115 mineros habían sido rescatados con vida. La prensa, que se volcó por completo con las labores de rescate, lo calificó como “un milagro”:
Portadas de algunos de los periódicos chinos el martes 6 de abril. Algunos calificaban el rescate de los mineros como “un milagro”, mientras otros destacaban que habían “sobrevivido durante nueve días comiendo carbón y bebiendo orina”.
Unas 3.000 personas participaron en las labores de rescate, extrayendo cada día más de 40 millones de litros de agua. Cada uno de los mineros que logró salir con vida fue recibido por los flashes y las cámaras de televisión, que contaron con todo lujo de detalles esta historia de supervivencia y superación.
Con un enfoque totalmente distinto, el semanal Nanfang Zhoumo, antes de que los mineros salieran con vida, analizaba en un extenso reportaje las causas de esta catástrofe. El titular de la noticia no dejaba lugar a dudas: “Catorce cartas de felicitación y una tragedia en la mina”. Según la prestigiosa publicación china, la empresa había recibido numerosas cartas de felicitación debido a la velocidad con la que acababa sus proyectos. Las prisas por acabar las obras están detrás de muchas de las tragedias que se producen todos los meses en las minas del norte de China, donde se extrae la mayoría del carbón que utiliza el resto del país (un 70% de la energía nacional proviene de este mineral).
Según el Nanfang Zhoumo, catorce días antes del accidente las distintas unidades de trabajo habían recibido un documento donde se estipulaban las primas por su trabajo. Este informe, que estaba destinado a “motivar a los trabajadores”, premiaba con importantes recompensas a los más rápidos. Por ejemplo, si las unidades 27 y 3 conseguían llegar a un determinado punto antes de la fecha marcada, cada una de ellas recibiría 70.000 yuanes (7.000 euros). Dentro de cada unidad, todos los meses debían ser seleccionados los tres mejores trabajadores, que obtenían 5.000, 3.000 y 2.000 yuanes respectivamente. La mina estaba repleta de letreros donde se incitaba a los mineros con carteles como “más rápido, más rápido”, “sólo bajo la filosofía de ´un desarrollo veloz` se pueden solucionar todos los problemas” o “según tus méritos así será tu sueldo”.
La estrategia parecía funcionar en los mineros de Wangjialing -王家岭- (el lugar donde se produjo el accidente), ya que en noviembre de 2009 la Agencia de Noticias de Minas de China publicó un informe en el que les calificaba como “obreros de élite” debido a la velocidad con la que acababan sus proyectos, muy por encima de la media nacional.
Uno de los trabajadores entrevistados por el Nanfang Zhoumo, Hu Yaoming, con más de diez años de experiencia en la mina, se quejaba del funcionamiento de la obra. A pesar de su supuesta seguridad, que había atraído a mucha gente a la zona, la realidad era que los trabajadores no estaban cualificados, las estructuras internas no se mantenían al día y todo funcionaba con el objetivo de sacarle el mayor beneficio económico en el menor tiempo posible.
Un jefe de mina durante años en la provincia de Shanxi, donde se produjo el accidente, declaraba que la causa de la tragedia podía estar en la escasa formación de los mineros. Según Liu Jin, un nombre ficticio, normalmente los profesionales suelen prestar mucha atención a la existencia de agua cerca de las zonas de explotación. “Tal vez el incidente en Wangjialing se produjo porque los mineros eran en realidad trabajadores de la construcción”, dijo al Nanfang Zhoumo.
Según el mismo experto, las reservas de carbón en esta zona son de unos 23.000 millones de toneladas, pudiendo todavía extraer de ellas unos 10.000 millones. El beneficio para el gobierno provincial sólo de este negocio asciende a 10.000 millones de yuanes (1.000 millones de euros) al año. Un dinero más que necesario para el desarrollo de la región.
En páginas interiores, el semanal publicaba una viñeta bajo el titular “Volver a nacionalizar los desastres mineros”. En los últimos años, el Gobierno se ha esforzado por acabar con las minas ilegales y ha intentado nacionalizar muchas de las empresas para mejorar la seguridad. La imagen del Nanfang Zhoumo venía acompañada de un pequeño texto que afirmaba que el “denominado accidente” del 28 de marzo había vuelto a demostrar que es necesario un cambio. Aunque en la provincia de Shanxi ya se han hecho esfuerzos a favor de la seguridad “acabando con los intereses capitalistas-económicos individuales en las minas ”, las medidas no parecen suficientes. “Las tragedias no cesarán”, concluía el semanal.
El autor de la viñeta es Kuang Biao -邝飙-. En la mano izquierda del personaje se puede leer “mina propiedad nacional”.
Siguiendo la reciente dinámica de nacionalizar las minas, la empresa Huajin Coking Coal (que era quien realizaba la obra en la que se produjo el accidente) había pasado a manos del Estado en 2001. Desde entonces y hasta hoy, el 50% de la empresa es del Grupo China National Coal y el otro 50% del Grupo Shanxi Coking Cool.
Nota: los cinéfilos podéis ver la excepcional película Blind Shaft, del director Li Yan, que muestra la crudeza de la vida en las minas chinas.
Fuentes:
– Nanfang Zhoumo: reportaje / viñeta
– Imágenes: portadas de medios (vía abbao) / imagen rescate mineros (163news)
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